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patricia arenas

El viaje

Vacío, palabras que retumban y crean una eco que vuelve hacia a mi. Colapsos, falta de gravedad, palabras que caen y se diluyen en el tiempo. Sentimientos encontrados, universos distantes replicas de otros muy similares.

A lo único que por mucho tiempo le llegué a tomar miedo, era a el miedo en sí. Quedar paralizada, no poder reaccionar y escuchar la tormenta que se avecinaba en estado completo de shock, esperando que su fuerza se llevara cualquier rastro de mi presencia. Luego las cosas cambiaron diametralmente, dejé de temerle a las tormentas que me acechaban, y comencé a temerle a las que acechaban a los que amaba.

Quizás es un estado o mutación que viene con la madurez, y dejar de creerse el centro del universo nos llega a todos. La distancia funciona como amplificador y esas tormentas vecinas te empiezan a preocupar cada día un poco mas, no necesitaba ser madre para sentirlo, era hija, hermana, amiga. Fuera de mi se presentaba un mundo de personas llenas a su vez de mundos llenos de otras personas, y por un momento me inquietaba que todos sobreviviéramos a la tormenta. 

Pero la verdad sea dicha y en mi mundo yo era la protagonista, y como en el “héroe de las mil caras” de Joseph Campbell estaba muy claro que yo era mi héroe, en esos otros mundos paralelos, cumplía otro papel. Y me sentí por horas inútil, incapaz de poder plantarle cara a la tormenta de los demás. Les aseguro que mi “le motiv” era mas que autentico, no buscaba gloria ajenas. Por momentos me veía reflejada en el arquetipo del viajero, que dejaba la tribu al sentirse incompleto, buscando algo que las condiciones de pertenencia como el sexo, estatus económico, edad u ocupación no pueden llegar a definir.

Pero mientras transcurría el tiempo, volvía a reencontrarme con el mismo punto. Una y otra vez regresaba al punto de partida, me tomó un tiempo comprender la idea de Joseph Campbell

“La meta no es ver, sino caer en la cuenta de que uno es, esa esencia; entonces, el hombre es tan libre de vagar por el mundo como lo es su esencia. La esencia de uno mismo y la esencia del mundo son una sola. De aquí que la separación, el aislamiento, ya no sean necesarios. Por dondequiera que vaya el héroe y cualquier cosa que haga, siempre está en presencia de su propia esencia, porque ha perfeccionado sus ojos para ver. No hay aislamiento. Así como el camino de la participación social puede llevar a la realización del Todo en el individuo, así el exilio trae al héroe al Yo en todo”.

Mi colaboración podía ser inmensa o prácticamente nula. En algunos momentos dudaba, si salir o no de escena. Y si me preguntas sigo buscando entre toda esta puesta un guión en común, en donde al mejor modo de Bollywood todos terminen cantando y bailando, ¿ingenua? Quizás. Por momentos, aun, pienso que no hemos llegado al nodo, o este viaje no termina; solo se le suman narraciones y perspectivas.

Respecto a mi tormenta me queda solo ya una gran curiosidad y esa sensación de solo poder mirar otras de espectadora, esperando ayudar en algo al héroe. Me mantengo fiel a mis distintos papeles, pero un viejo temor resuena ¿Qué pasaría si yo no soy mi héroe? ¿Qué pasaría si Campbell estuviera equivocado? Y es la sociedad la que habrá de guiar y salvar al héroe creador.


Photo Credits: Tetsumo

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