Cielo gris de verano en la capital de los galos. Por todo lado protestas y manifestaciones como si de ese desolado cielo el gobierno fuese culpable. Conocí a parisinos que culpan a la comunidad india,
conocí a franceses de cepa que culpan a los turistas. Y hasta quienes se acusan entre sí. Franceses contra franceses culpándose de tirar cáscaras de banano al suelo.
Pero lo que se sabe con certeza es que este año a París el verano le ha sido negado. El Sol es el que levanta pancarta esta vez:
“Cielo gris sobre ciudad gris
sobre gentes grises
de maneras grises
de labios grises
de dioses grises”
¡Ah! Pero no crean, algo de color se ha visto por ahí. Un bus verde al cual una mujer negra con cabello rosa se ha subido con su risueño bebé. La sonrisa del bebé era tal que todos los cientos de ojos grises que habíamos tomado el autobús hacia la Gare du Nord quedamos conmovidos y con dulzura y encanto de corazón le sonreímos. Emanaba una alegría jamás vista en un autobús parisiense .
Dos paradas después la mujer baja con su bebé en brazo dejando una ausencia que se siente en gran manera.
En la parte de atrás del autobús otro bebé llora desconsolado en la brazo de su madre gris. Ella, le da un beso con sabor a café que se enfrió.
Atribulada pensé:
¡Pobre bebé se está poniendo gris!
Photo Credits: Nicolas Vigier ©