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The sandwich shop

El sándwich tiene sabor a casa

NUEVA YORK: Es inevitable el alboroto de alegría que nos embarga cada vez que nos encontramos o reencontramos con algún venezolano en el exterior. La identificación es inmediata y tras el primer encuentro ya sentimos calor de casa. Es lo que me ocurrió cuando me crucé por primera vez con Clarisa Penzini y Ricardo Picón en Williamsburg. La emoción creció cuando descubrimos que vivíamos a pocos pasos de distancia y que nos podíamos saludar a través de las ventanas.

A los recuerdos que cada uno de nosotros mantiene dentro de sí, Clarisa agrega otro muy importante y de ineludible atracción: el sabor y el perfume de una cocina muy caraqueña, mezcla de tradiciones y culturas, fruto de familias mixtas en las cuales, por ejemplo, los italianos no pueden pasar una Navidad sin hallacas y los venezolanos no toleran la pasta si no es al dente, como les enseñó su abuela o la abuela del amigo.

El Sándwich Shop, coqueto espacio en Grand Street, se ha ido transformando, en muy breve tiempo, en un lugar donde no solamente comer un sándwich es una experiencia de “buongustaio” sino que la presencia de Clarisa y Ricardo, así como la de otros amigos, transforma una pausa de trabajo o de paseo en una alegría.

La variedad de sándwiches que crea Clarisa, acostumbrada a pasearse por el mundo y por sus recuerdos, acumulando sabores que luego revive y personaliza con creatividad, transforman el estudio del menú en una lectura larga y difícil donde cada palabra es una glotonería y todo es tan delicioso que de antemano sabemos que cualquier escogencia nos dejará con nostalgia y ganas de volver. Hay días en que sentimos el deseo de los sabores picantes y otros de algo más dulzón, hay veces en que escogemos porque nos encantan los colores de las combinaciones y otros porque el nombre evoca recuerdos y curiosidad.

Cuando, la última vez en que me senté a disfrutar un rato con mis amigos, decidí escoger el Sandwich Penzini no sé bien si lo hice movida por el placer de saborear jamón y queso parmesano con pera y pasta de higo, porque el nombre me despertó curiosidad o por ambas cosas. Al primer bocado el placer de esa mezcla de dulce con salado me confirmó lo acertado de la escogencia.

Al tercer bocado me asaltó la curiosidad y, con mi deviación profesional siempre al acecho, empecé a asediar a Clarisa con preguntas que me iba contestando entre una llamada y otra de personas quienes pedían sándwiches, sopas y dulces con la intención de comerlos en casa o en oficinas. Nada como el privilegio de estar allí, encontrar amigos, conversar con desconocidos y sobre todo preguntar a Clarisa quien, con la generosidad de un verdadero chef, habla de sus recetas con amor de mamá.

Con un pañuelo en la cabeza al estilo de lo que el viento se llevó y unos pantalones de lo más ponquetos, Clarisa empieza a contar y el sándwich que estoy comiendo se va transformando en mucho más, en una de esas historias que empiezan con “Había una vez…

Había una vez una familia que, como la mayoría de las familias venezolanas, tenía raíces que hundían sus comienzos en muchos lugares, entre ellos Italia y Francia. “Pero en realidad la cultura culinaria nos viene sobretodo de mi abuela materna – cuenta Clarisa – una gran chef. Autodidacta y apasionada mi abuela aprendió a hacer muchas de las cosas que años más tarde me enseñarían en una refinada escuela de chef franceses. El sándwich Penzini es un homenaje a mi nombre, a mi casa, y, si bien no refleja una “receta de familia” es una mezcla de esos sabores que íbamos acumulando en cada viaje o que nos dejaban recuerdos de hogares lejanos. La primera vez que comí pera con parmesano y un toque de vinagre balsámico, fue en Italia. Son gustos que se casan perfectamente y que también tenemos en la cocina venezolana cuando, por ejemplo, agregamos uvas pasas a platos salados -.

El secreto, nos dice con la complicidad que crean las hornillas, está en la justa dosificación de los ingredientes. Hay que aprender a buscar ese equilibrio que permite a cada sabor expresarse al máximo y a los que quedan escondidos salir a flote. ¿Cómo? Pues creo que solamente si le agregamos un toque de pasión y de paciencia así como requiere todo placer.


Photo Credits: Ricardo Picón

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