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sergio marentes cronica
Photo Credits: Brandon ©

El rayo láser y otras medicinas naturales

La revista científica que llega quincenalmente a mi puerta desde hace quince años trae en su portada una línea azul fluorescente que la atraviesa de derecha a izquierda, y de arriba hacia abajo, creo. El único texto que la acompaña, además del nombre de la publicación, dice que el pasado ya es cosa del pasado. Ya en el interior, en el artículo de casi cinco páginas sin imágenes, exploran una gran cantidad de huellas que deja el tiempo, entre las que se cuentan cicatrices, orín, polvo, grietas y otras tantas que ya conocemos y causamos y padecemos. Así mismo, mencionan diferentes remedios que la humanidad ha inventado para deshacerse de todas las huellas y cómo estos, a su vez, han venido evolucionando hasta convertirse, como ya podrán imaginar, en una huella más, en una casi imborrable. Y es justo ahí en donde aparece nuestro protagonista de hoy: el rayo láser. Según ellos, digo ellos porque no sé cuántos son en realidad, este no deja huella al quitar otra huella. Al parecer, en pocos años, todos podremos olvidarnos de las manchas en la piel, del borrado de las teclas del ordenador, de las manchas de grasa en la pantalla del teléfono celular, del ruido ensordecedor después de los conciertos, del cansancio luego del sexo y hasta de los recuerdos que estorban y le quitan espacio a los demás y a los por venir.

No puedo esperar para adquirir la versión de bolsillo, sobre todo porque quiero sacarme de la cabeza unos cuantos datos de los gobiernos de turno, uno que otro de los malos libros que he leído, las tantas veces que se han equivocado conmigo y me han confundido con un escritor comercial, las miles de heridas que le he causado a mi familia y hasta el millar de noticias que tengo que leer día tras día para enterarme en qué época vivo. Pero por lo que más tengo que esperar, y aquí es donde convertimos este cronicuento en una historia de terror y hasta en un melodrama, es por el dinero para poder obtenerlo. Así le sucede a quienes escribimos el mundo: apenas si tenemos el dinero necesario para leerlo.

Para quien me lo está preguntando: la revista científica que llega desde hace quince años a la puerta de mi casa no la pago yo, es un obsequio de ellos para este escribidor del mundo que sirve de experimento con cada cosa que escribe.


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