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ViceVersa Magazine
Photo Credits: Juan Andrés Escallón

El punto de partida: Londres, porque termino aquí

Julio.
Llego a Londres en julio a visitar a P. Llego durante el verano inglés – húmedo, lleno de nubes grises y obras de teatro todos los días. Llego el 4 de julio, el día que sacan a Colombia del mundial.

Con un mar de camisetas amarillas y la sensación de que nos íbamos demasiado temprano de Brasil, el bar de fútbol se había convertido en un cementerio de hinchas Colombianos en pena. Ya nadie le gritaba a la televisión. Solo quedaban caras incrédulas. Y empezaba a llover. No quedó más alternativa que felicitar a los pocos brasileros que estaban ahí y salir corriendo.

Y sería la depresión colectiva o mi despedida de Sur África 24 horas antes, pero a las 2am de ese día, estoy llorando en el anden de la alcaldía de Hackney. Las letras anaranjadas neon del Empire Theatre brillando atrás.

Pero entonces yo sollozaba y P se exasperaba y me preguntaba que qué pensaba hacer con mi vida. Yo le decía que era un insensible, que cómo se atrevía a preguntarme que qué iba a hacer con mi vida cuando me veía en ese estado tan deplorable. Pero como no nos íbamos a mover de la calle hasta que le respondiera algo, finalmente le grito “pues teatro! Quiero hacer teatro.”

Septiembre.
Llego a Londres otra vez a finales de Septiembre. Es el principio del otoño inglés – menos húmedo, con más nubes grises y todavía con teatro todos los días. Y aparezco en la casa de mi amiga M al sur del Thames.

El sur de Londres que tiene influencia del Caribe. Y Afro. Y los ingleses. Y donde vive la gente con plata, y sin plata. Y donde hay mercados en la calle. No los hipsters. Los de plátano y pescado. Y de pronto también los de sacos de 5 libras y jeans rotos pero que valen como nuevos. Y donde hay clases de yoga en edificios abandonados. Y por la noche fiestas ahí también. Y las fiestas también quedan debajo de los puentes del metro. Y dan jerk chicken al final de la noche. Y está el soundsystem. Y salsa. Y dubstep. Y hablan español y patwa y bueno, también inglés.

Aparezco en el mar de multiculturalidad con tres maletas, sin casa, sin celular y sin cuenta de banco. Me paso las primeras semanas perdida en esta enormidad de ciudad buscando casa y viajando entre barrios que se parecen porque tienen buses rojos y casas estilo inglés, pero que cuesta trabajo creer están en la misma ciudad por el tiempo que toma llegar de un lado al otro.

Finalmente encuentro casa. Un apartamento en Hackney, al este de Londres. La casa queda entre Tesco, un supermercado que está abierto 24 horas, 7 días a la semana, un restaurante de comida Nigeriana donde veo que hacen fiestas hasta las 2am todas las noches y al frente de un edificio excesivamente moderno prueba del gentrification del barrio.

Y ya más ubicada en la enormidad de Londres, me paso mis días esperando el overground. «Overground to Clapham Junction, via Canonbury, Highbury and Islington, Kentish Town West”- y así otros sitios por los que paso encima todas las mañanas sin tener idea todavía que hay en ellos, como se ven, ni quién vive ahí.

Octubre.
Y empieza la universidad con una introducción del director que parece salido de una película – inglés de corbatín amarillo y un bigote gris al estilo Dalí- diciendo «welcome to Central! This used to be a socialist, leftist hub of the arts!» No sé que tan socialista sea una universidad que se llama Royal Central School, pero si de libertad creativa se trata, este seguramente es el lugar.

O de pronto es porque yo estoy años luz atrás de lo que aquí lleva pasando durante siglos. Porque el hecho de que Shakespeare haya nacido aquí no debería pasar desapercibido. Y si me oyeran hablando de Shakespeare en la universidad me dirían que soy una retrógrada, que eso ya pasó hace años (siglos en realidad), que mire el teatro post dramático, y post post dramático y tan post que ya no es dramático y tampoco sé si es teatro.

Noviembre.
Teatro. Teatro. Post dramático. Performance. Live Art.

«Overground to Clapham Junction, via Canonbury, Highbury and Islington, Kentish Town West.”

Comida Tailandesa. Comida Hindú. Comida Vietnamita. Comida Tailandesa. Comida Hindú. Comida Vietnamita.

«Overground to Clapham Junction, via Canonbury, Highbury and Islington, Kentish Town West.”

Performance. Escenografía. Marioneta. Improvisación. La máscara. Teatro físico. Opera. Danza. Repetición.

«Overground to Clapham Junction, via Canonbury, Highbury and Islington, Kentish Town West.”

Diciembre.
El restaurante Nigeriano de al lado de mi casa tiene decoración Navideña. Tiene unas hojas verdes con frutas rojas de mentira colgando de la ventana.

En la lavandería de al lado tienen descuentos especiales por ser época de fiestas.

The Dolphin, el pub de Hackney por excelencia – y no porque sea excelente, sino porque abre hasta tarde – también tiene decoración verde y roja en sus ventanas.

En la puerta de mi casa hay una corona navideña cortesía de mi compañera de piso.

La ciudad multicultural, la que a veces no me hace mucho sentido, se viste de uniforme en Diciembre. Aparece una Londres más homogénea en la mitad del invierno inglés – cuando ya no es húmedo, es más frío, con cielos azules y con teatro todos los días.

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