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El primer Thanksgiving de ViceVersa

Todavía quedan los eco del Thanksgiving, quizás la más importante celebración norteamericana. Son días en los cuales las familias se reúnen, miles de personas abordan aviones, trenes y automóviles para regresar a casa.

¿Y los inmigrantes? ¿Qué hacen los latinos en esta fiesta que nunca celebraron en sus casas? Mientras ViceVersa se preparaba para su primer Thanksigiving preguntamos a amigos y conocidos, y descubrimos, sin que nos sorprendiera demasiado, que ellos también iban a festejar este día con las nuevas familias que han ido construyendo en este país.

Muchas veces, a lo largo de nuestra vida, hemos podido constatar la ductilidad de los inmigrantes, en particular de los latinos, y su capacidad de absorber otras culturas y otras tradiciones, mezclándolas con las propias.

En las cenas con pavos, pie de manzana, budín de auyama y otras recetas típicas del Día de Gracias, norteamericanos e inmigrantes se han sentado juntos, y han festejado con la misma alegría. 

Los inmigrantes brincan fronteras, rompen esquemas y  lo más hermoso de ese tránsito es justamente el enriquecimiento que deriva del contacto con personas distintas.

Cruzar el horizonte. Superar los límites, dar rienda suelta a la curiosidad y al deseo de conocimiento. Quizás esas hayan sido las primeras motivaciones que han impulsado los seres humanos a emigrar, a buscar otras tierras, otros caminos.

A ellas se han sumado las necesidades, el hambre, las guerras, las carestías. Hoy, como hace miles de años, el ser humano deja su tierra, sus afectos, por necesidad o por curiosidad, para escapar del miedo y de la pobreza o sencillamente por el deseo de buscar nuevas oportunidades y un mejor futuro.

Todos salen con nostalgias más o menos controladas, con mayor o menor rabia, a veces con el miedo pegado a la piel que cobra vida en nocturnas pesadillas, con títulos de estudio o sencillamente con la fuerza de los brazos y las ganas de trabajar. Hay quien busca paz y pan y quien llega, tras cursar Universidades, con hambre de mayor conocimiento. Cada uno es un mundo pero todos comparten algo: todos salen con un sueño.

Los emigrantes, aún los que escapan de situaciones límite, aún los que necesitan de un poco de tiempo para absorber la idea que ya no están en peligro de vida, al pisar una nueva tierra dan rienda suelta a sus sueños. 

No todos logran realizarlos, a veces la vida quiebra esperanzas, pero todos luchan con el mismo ahínco y la misma voluntad. Y el éxito de uno se transforma en el éxito de todos… o, al menos, así debería ser. 

Muchos han salido de los distintos países de América Latina para establecerse aquí en Estados Unidos, años y años de migraciones marcan la historia de miles de personas que hoy viven, estudian, trabajan, luchan y creen en esta nueva patria.

Conocemos las profundas diferencias que hay entre los distintos países de América Latina, América Central y el Caribe, sabemos que la palabra latinoamericano abarca muchos mundos pero sabemos también que cuando vivimos en el exterior es mejor rescatar similitudes y transformar las diversidades en un bagaje personal que enriquece cada una de nuestras vidas.

Por otro lado si un argentino y un mexicano viven fuera de sus países casi siempre serán catalogados ambos como latinos a pesar de ser originarios de naciones tan lejanas la una de la otra. Su mundo se vuelve líquido, como diría Bauman, sin fronteras y con una identidad que se desmenuza y se vuelve a juntar infinidad de veces.

Sinónimo de la palabra “migrar” debería ser “sumar”, sumar culturas, sumar experiencias, sumar esperanzas, sumar logros.

Cerrar la puerta conocida para enfrentar lo nuevo, estar dispuesto a asumir riesgos, sacrificios, nuevos retos, es algo que requiere de mucho valor. Aún en las peores situaciones hay personas que nunca se atreverían a hacerlo. La energía que empuja ese primer, difícil, movimiento es un motor que nunca abandona al emigrante. Y ser parte de este mundo de visionarios y luchadores es un privilegio.

ViceVersa siente el orgullo de saber que sus raíces ahondan en el universo líquido de la emigración que crece, cambia, mejora, cae y vuelve a levantarse, sin perder nunca la capacidad de sueño ni la fuerza de transformar esos sueños en realidad. 

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