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Se llamará piedra de Fermina Ponce

El poder de la piedra

Recién tuve la oportunidad de leer Se llamará piedra de Fermina Ponce y mi primera impresión es que establece un punto de unión entre la lluvia y el llanto, entre el río y la mirada, desde donde florece el canto de la tierra.

Este primer trazo parece definir la ruta de los poemas de la poeta colombiana, que de varias maneras propone un recorrido por el atlas de la poesía en varias direcciones. En una de estas rutas está el deseo como un abrazo encendido que se oculta del frío. En otra, la palabra, el lenguaje o el poema, y a partir de ello establece un diálogo con el silencio y los susurros. ¿Pero, el silencio es diálogo o vacío que espera ser llenado gota a gota al paso del tiempo?

En un sentido el poema es nido y objeto de búsqueda del yo poético de este libro. El poema puede estar en todas partes o en ninguna, donde “todas” partes” puede ser dios, la infancia o el jardín. Al otro lado del espejo están los seres que iluminan desde la oscuridad: Lorca, Van Gogh, Poe, Jorge Teillier, Nicanor Parra, Vallejo.

Luego está también el lenguaje como materia para moldearse y en este sentido, gracias a la creación poética las flores del mal pueden convertirse en las flores y el mar. También se hacen presentes un par de haikús, bonsáis capaces de atrapar el mundo en una mirada. El libro habla también de los contrastes entre la nieve y el paisaje soleado, aunque a veces el sol es un villano que se niega a desplegar sus rayos.

Lo fugaz también es fruto de este árbol de poemas: en sus páginas viaja también la locura, la esquizofrenia, el delirio, alternando con el deseo y el encuentro amoroso.

La fuente de la poeta Fermina Ponce parece ser inagotable. En ella confluyen las líneas fronterizas, la condición de la mujer, los migrantes y hasta la pandemia. Y justamente es la pandemia la última estación de este libro, abordada de una manera discreta, con imágenes, como una interrogante al suelo que pisamos y al cielo que nos cubre.

En fin, el libro es un despliegue de imágenes y sensaciones, de sentimientos y evocaciones y es también volver la mirada a la tierra, a lo sublime, a lo que se queda y a lo que se va, pero que de alguna forma hecha raíces y plasma la experiencia de la vida en palabras.

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