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arturo serna
Photo by: margarida martins ©

El payaso (VIII)

Ya no se ven andrajosos en Buenos Aires. La ciudad ha barrido a los desprotegidos. Ahora el gobierno les brinda asilos temporarios en invierno (después los tira en las veredas del Bajo), los mete en los camiones, los expulsa del brío citadino. En síntesis, los somete a la lógica del encierro. Hay una especie de cuidado falso de los abandonados. El gobierno de la ciudad no los cuida, solo los saca de las calles para ocultarlos. Los andrajosos son antiestéticos. ¿Cómo dejarlos a la vista? No, no se puede, señor. Usted que vive en Recoleta tiene el derecho de caminar por lugares limpios, elegantes, y tiene derecho a no cruzarse con un malviviente que viene del conurbano.

El payaso me presenta un amigo suyo, un andrajoso de otro tiempo, de esos que la ciudad ni conoce, ni expulsa, ni nada, porque Raúl es de otro mundo. Es un hombre alto, enjuto. Lleva un pullover rojo, un pantalón raído, rotoso. Es un hermoso croto arrugado, con una vocecita aguda, como de pito. Raúl es uno de esos viejos que ya no se ven en la ciudad de Buenos Aires.

Ha traducido a autores de prosa y de poesía. También es especialista en ocultismo y ha estudiado las antiguas lenguas germánicas. Yo tengo conmigo la copia del discurso y se la doy al payaso. Hecho esto, me pide que le entregue mi hoja al traductor. Raúl agarra la hojita y la mira rápidamente. Me dice que es una copia rara, que está escrita con algunos caracteres antiguos, que parece escrita por alguien que maneja no solo la lengua actual sino las versiones de las lenguas germánicas. Le pregunto cómo es eso. Me dice que el autor de la copia es un experto. Raúl aclara que no puede hablar del original ya que no lo tiene en sus manos y que es muy probable que haya diferencias entre el original y la copia. Dice que entre el original y la copia puede haber intervenciones, que esa es una forma de encriptar el mensaje y de hacer que no se descubra quién es el autor del discurso.

“Esa ha sido una forma temprana de encriptar textos y discursos”, dice. “De esta manera”, sigue con su voz de pito, “los antiguos guardaban los secretos”.

Me doy cuenta de que Raúl sabe de lo que habla y de que me va a ayudar.


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