Hoy quiero contarte amigo lector algo que tal vez no sepas o que ni siquiera te ha pasado por la cabeza: Los humoristas somos seres humanos y no súper héroes, es decir, padecemos y hasta nos ponemos tristes. Es verdad que nos gusta hacer reír a la gente, pero es porque la risa nos da vitalidad, es como esa estrella que aparecía en Súper Mario Bros. y que te daba el poder de ser invencible.
Quiero que sepas que cuando ríes no sólo te alegras tú como público, básicamente porque sientes que valió la pena pagar el boleto, sino que haces feliz al humorista porque a través de tu risa le transmites buenas energías… y bueno obviamente también porque pagaste el boleto.
Pero hay que entender que los humoristas pueden tener un mal día, así que cuando te acerques a tu comediante favorito para hacerte un selfie mientras él está atorado en el tráfico, en la sala de espera de un consultorio odontológico con un dolor de muela, o esperando para dializarse; no te molestes si se pone de mal humor o si directamente no quiere hacerlo. Todo tiene su espacio y su momento.
Yo no soy un comediante famoso ni nada que se le parezca, es más, muchas veces estuve del otro lado. Si no que se lo pregunten a Andreu Buenafuente (Andreu, por cierto, ya está por vencer la orden de alejamiento, así que el mes que viene te escribo de nuevo) o a mi querido y admirado Laureano Márquez.
Y justamente Laureano, me hizo caer en cuenta de lo siguiente: Los humoristas somos malhumorados… El episodio ocurrió así:
En el camerino de un teatro en Buenos Aires le quise lanzar a Laureano Márquez la siguiente premisa:
– Laureano, por qué las mujeres que conozco quieren tener siempre una relación seria si saben que soy comediante y no podemos tener relaciones serias (apelaba al juego entre las palabras seria y comediante para hacer un chiste).
Pero Laureano me dio una respuesta que me hizo reflexionar:
– Juanette querido, se pueden hacer relaciones maravillosas desde el humor. Lo que pasa es que los humoristas somos muy malhumorados, de hecho, somos oscuridad para la casa y claridad para la calle.
Luego de unos segundos de quedarme mudo asentí con la cabeza. ¡Laureano tenía razón!
Y si, muchos humoristas sufrimos de mal humor. En mi caso particular creo que soy menos malhumorado ahora, podría decirse que la comedia me ayudó a ser mejor, pero como no soy famoso a ustedes les da igual cómo sea yo. Pero sí es muy común encontrarse con colegas que en la vida privada son callados, introvertidos y hasta muy irritables (me reservo sus nombres para no hacerlos molestar). Y es que uno no tiene que ser una máquina de chistes todo el tiempo sólo por el simple hecho de ser comediante.
Por eso le sugiero que tenga cuidado si se llega a cruzar en la calle con Seinfield, Berto Romero, Luis Piedrahita, o incluso Radagast… Si comienza a molestarles fuera de su horario laboral (que es desde las 21 hasta el amanecer) se puede poner feo ¿Sabe por qué?
Según un reciente estudio de la Universidad de Oxford «Los elementos creativos necesarios para producir humor son sorprendentemente similares a los que caracterizan el estilo cognitivo de las personas con psicosis y esquizofrenia”. Esto lo dijo el profesor Gordon Claridge, del departamento de psicología experimental de la Universidad de Oxford. También es uno de los tres coautores de los hallazgos, que se publican en el British Journal of Psychiatry. Así que contenga sus ganas de acercarse y repita el mantra:
– No lo vuelvas loco, no lo vuelvas loco, no lo vuelvas loco. (Luego baja la mirada, y sigue caminando hasta perderlo de vista).
Bueno, espero que tengan un gran año lleno de risas.
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