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paola maita
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El lenguaje de la piel

Para los V y J de un domingo lluvioso

Ellos todo creen decírselo. Con sus verbos se ametrallan a argumentos hasta el agotamiento, hasta quedar satisfechos, hasta 3 milímetros de la línea de quiebre. Ellos pueden salvarse, siempre y cuando no haya luna llena el día que tomen decisiones cruciales.

Ellos, sí recuerdan que la piel habla, que las cicatrices sirven para recordarnos nuestra historia, que un segundo de nuestro cuerpo habla más que todas las palabras que pronunciamos en un día... Quizás puedan seguirse acompañando.


Hay fines de semana que me dejan una resaca emocional peor que la del alcohol. El lunes que amanecí en la casa de unos amigos, recibiendo besitos de su gato, fue uno de ellos.

Ya los había visto acribillarse a argumentos. Una de las dificultades de cuando dos personas muy inteligentes pelean, es que sus razones son cuchillos afilados que van directo a la yugular.

Vi a sus bocas llevarlos a algunos lugares peligrosos, a pantanos espesos, a barrancos con zarzas… Pero también vi a sus pieles tirándolos hacia un lugar donde podrían encontrarse de nuevo.

En un mundo inundado por racionalidad, puede que lleguemos a olvidar que nuestra piel, esa capa que nos conecta con el mundo, es a quien deberíamos escuchar más a menudo.


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