Bacardí, aun el lector no ha terminado de leer esa palabra, y ya sus papilas gustativas están saboreando el famoso ron cubano ideado por Don Facundo, el patriarca de los Bacardí en Cuba. Su creador lo elaboró con un modesto alambique allá por el año 1862 en la hermosa ciudad de Santiago de Cuba, que acogió como emigrante al genuino catalán en 1830. Fue el eslabón principal de una familia que pasaría a la historia de la ciudad con laureles reverdecidos.
Pero no todo fue color de rosas para el Sr Facundo, pues apenas iniciado sus negocios en 1852, un terremoto sacudió la ciudad de Santiago de Cuba y la familia tuvo que regresar a su antigua Barcelona, huyéndole a una epidemia de cólera que diezmó a una parte de la población. Cuando Don Facundo volvió a Santiago, sus clientes habían desaparecido y su pequeño negocio fue a la bancarrota.
Emilio su primogénito, no volvió a Cuba sino que permaneció en España hasta los 17 años con otros familiares. Allí obtuvo instrucción en literatura, política y bellas artes, que a la postre desarrollaría por sí mismo, llegando a ser un polifacético hombre en la política y en las letras.
Es prácticamente imposible hablar de nuestra bella ciudad, Santiago de Cuba, sin mencionar con prioridad indispensable la figura de Emilio Bacardí, el hijo mayor de Don Facundo Bacardí Massó, y su esposa santiaguera de origen francés, Doña Amalia Lucia Victoria Moreau. La denominación de hijo predilecto adjudicada a Emilio Bacardí no es en lo absoluto un reconocimiento desmedido. Sin ánimos comparativos, él ha sido uno de los mejores hijos de nuestra ciudad. Fue uno de los cubanos más ilustres de la isla; al decir del Don Fernando Ortiz, “cubano, siempre cubano”. Fue a su vez un hombre modesto que en vida rechazó tributos y elogios.
Su recuerdo me llega desde mi adolescencia, cuando por iniciativa propia decidí visitar un día el museo de nuestra ciudad, que lleva hoy muy acertadamente su nombre, y del cual fue creador, fungiendo como primer alcalde municipal de Santiago de Cuba. Allí vi por primera vez una momia que, dicen, trajo personalmente Don Emilio desde el lejano Egipto. Por conocer en lo personal la responsabilidad de una alcaldía municipal, y por haber nacido en las tierras que alumbraron a este prócer santiaguero, el orgullo personal rebasa cualquier imaginación.
Cuando hablamos de Bacardí en cualquier lugar de este mundo, y pensamos únicamente en el bouquet excelso de su ron, lamentablemente estamos bien alejados de la significación polifacética que tuvo la figura del primogénito de esa familia, Emilio Bacardí Moreau. Nacido el 5 de abril de 1844 en la ciudad primada, tuvo más bien un desarrollo autodidacta, pues a temprana edad y como hijo mayor, hubo de ocuparse de parte de las actividades de la pequeña empresa que su padre comenzaba.
Como hombre de negocios desarrolló la industria que el padre inició, convirtiéndose en 1877 en el presidente de la compañía al retirarse su padre de la actividad. Llevó la industria, con su genialidad y capacidad de gestión, a niveles superiores, convirtiéndose en aquella época en uno de los pocos hombres acaudalados, de la entonces segunda ciudad de Cuba. A su vez realizó inversiones en otras esferas, específicamente en la inmobiliaria.
Como patriota y ser humano fue partidario en todo momento de la eliminación de la esclavitud, coincidiendo la abolición de esta con la muerte de su padre en 1886.Desde los inicios de la Guerra Grande de 1868, participó como un político liberal y de acción, condenando la política colonial española, y contribuyendo con recursos y hombres a la lucha emancipadora. Fue el jefe de la colaboración clandestina en Santiago con el Ejército libertador. Intentó con otros patriotas deponer al gobernador provincial español y formar una junta de gobierno, pero fue descubierto y arrestado. Sufrió durante la etapa insurreccional múltiples detenciones que dieron lugar a dos deportaciones, una en 1876 como prisionero enviado en las islas Chafarinas al norte de Marruecos, y luego nuevamente en 1879. Durante la guerra de 1895 sufrió nuevamente prisión, esta vez en Ceuta en 1896. Tuvo relaciones directas con José Martí, quien fue delegado en el extranjero de la Junta Heredia, que presidian Bacardí y otros patriotas para salvar la memoria del insigne poeta José María Heredia, de Santiago de Cuba, quien escribió la famosa, “Oda al Niágara”, entre otras bellas poesías. Fue también amigo de muchos otros generales cubanos hasta la caída del gobierno español en 1898, en la guerra cubano-norteamericana, contra España.
Como político fue electo, en el mismo 1898, primer alcalde de Santiago de Cuba, y mantuvo buenas relaciones con el gobernador estadounidense general Leonardo Wood, hasta la entrega del poder por éste al electo presidente Estrada Palma en 1902. Fundó en 1899 el primer museo de Cuba que resguardaría, en primer término, las reliquias históricas de las guerras de independencia. Creó la biblioteca pública anexa al museo, la academia municipal de bellas artes y otras obras públicas. En 1905 ganó el puesto de senador y se opuso a la intervención norteamericana, solicitando la renuncia del presidente Estrada Palma. Fue respetuoso del erario, y aplicó siempre su máxima de que: el gobernante es fiel servidor del pueblo, y no su amo.
En el campo de las letras y las bellas artes, así como historiador, la obra de Emilio Bacardí es probablemente una de las más heterogénea y polifacética de Cuba.Desde niño fue amante de la poesía y de la pintura. Pródiga fue su producción escrita, pero sería imposible no mencionar sus “Crónicas de Santiago de Cuba en Diez tomos” y sus famosas novelas, entre otras, “Vía Crucis y Doña Guiomar”, que nos trasladan al pasado remoto colonial. Escribió obras de teatro y realizó varios estudios biográficos, así como textos de otros géneros.
Emilio Bacardí fue en si un hombre virtuoso, con el cual la historia no ha sido todo lo benevolente que merecía como político y escritor, al ser fundamentalmente conocido como hombre de negocios.
En la esfera personal Emilio contrajo matrimonio en 1876 con Maria Lay Berlucho, santiaguera de origen francés con la cual tuvo varios hijos: Emilio, Daniel, José, Facundo, María y Carmen. En 1885 muere su esposa a la edad de solo 33 años. Emilio quedó devastado y cayó en una depresión de la cual se recuperó después de varios meses. En 1887 tuvo otro gran amor y contrajo matrimonio con la revolucionaria santiaguera Elvira Cape, al lado de la cual estuvo hasta su muerte el 28 de agosto de 1922. Con ella tuvo a otras cuatro hijas: Marina, Lucia, Adelaida y Amalia.
Photo Credits: cnpc cuba © – Museo Provincial de Santiago de Cuba Emilio Bacardí Moreau. Santiago de Cuba. Cuba