Somos una revista independiente que sobrevive gracias a tu apoyo. ¿Quieres ser parte de este proyecto? ¡Bríndanos un café al mes!
Daniel Campos
Photo by: Stan Sorochan ©

El gavilán colirrojo

Con una sensación de extrañamiento social entré a Prospect Park por la plaza Bartel Pritchard. En la tarde veraniega y calurosa, la gente caminaba y conversaba de cerca con confianza, la mayoría sin mascarilla, mientras que yo mantenía el hábito de distanciamiento social que todavía se recomienda en San José. Entendí que la situación epidemiológica y social es diferente en Nueva York pero mi ánimo era de observación y transición para sentir el ritmo brooklynense antes de involucrarme en él.

En vez de ambular por los caminos principales preferí internarme en el bosque por el sendero que recorre el límite sureste del parque. Fue una decisión feliz, bendita. Cuando empezaba a descender la colina hacia el lago, un halcón voló del dosel del bosque a una rama alta, sin hojas, sobre el sendero. Allí se posó para vigilar el camino, al acecho de algún ratón, ardilla listada o lagartija.

Me permitió observar con detenimiento sus enormes garras amarillas, cola bermeja, dorso castaño, rostro de perfil blanco con pico amarillo terminado en un filoso gancho negro. Se giró hacia mí y atisbé su vientre albo y el prominente pecho veteado de crema y chocolate. ¡Un gavilán colirrojo! (Buteo jamaicensis).

Nadie más caminaba por el sendero. Apenas los gorriones y mirlos hacían llamadas de advertencia, señalando la presencia del ave rapaz a sus camaradas.

Ajeno al escándalo alrededor suyo, el gavilán se mantuvo imperturbable. Me regaló su presencia y energía totémica por muchos minutos.

Ángel de bienvenida, me reveló que la continuidad entre San José y Brooklyn es natural: Natura Naturans es el principio creador, la fuente de todas las aves, árboles, plantas, reptiles, insectos, mamíferos (incluido el Homo sapiens), anfibios y demás seres que me acompañan en cada entorno. Al vincularme con este medio y sus seres, empezando por el gavilán, pasó mi extrañamiento. En el bosque del Parque Prospect, me sentí en casa.

Percatándose de que recibí su mensaje, el gavilán se alejó en vuelo. Yo continué mi caminata, escuchando el canto melodioso de los gorrriones, observando los saltos de los mirlos pechirrojos forrajeando en la hojarasca y anticipando el encuentro de patos, gansos canadienses y cormoranes en el lago.


Photo by: Stan Sorochan ©

Hey you,
¿nos brindas un café?