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japan 18th century
Photo Credits: Ashley Van Haeften ©

El eternamente digno Yokoi

Acabo de leer una historia fantástica sobre Yokoi, un soldado japonés de la segunda guerra mundial que estuvo casi 30 años escondido en la isla de Guam, en la selva, esperando el fin de la Gran Guerra y que sus compañeros lo encontraran, o sus enemigos lo descubrieran. En este caso estaba decidido a pelear hasta la muerte, pero jamás, jamás, se hubiera rendido, por el deshonor y la vergüenza que esto significaría para su país y para su familia, allá en el lejano Japón.

No voy a relatar las peripecias de este hombre, solo pienso en esa penumbra en la cual un ser humano, al principio junto a varios compañeros, pero en los últimos años totalmente solo, decidió enclaustrarse evitando ser sorprendido, con el objetivo de mantener limpia su dignidad. Los avatares trascurridos durante 28 años fuera de la civilización, comiendo y sobreviviendo a las enfermedades, son inenarrables, hasta que en 1972 unos cazadores lo encontraron. Incluso trató de pelear contra ellos pero sus fuerzas eran exiguas y fácilmente fue reducido, ya entonces con 57 años de edad.

Cuando leí esta historia, por asociación vino a mi mente un hecho que tiene cierta similitud aunque con diferentes resultados. Me refiero al combate de la quebrada del Yuro, Bolivia, protagonizado por Ernesto Guevara, quien, al verse perdido, se entregó al adversario. El Che, quien para muchos ha sido ejemplo de intransigencia y valentía, y cuya imagen todavía muchos jóvenes ostentan en sus camisetas, al considerarlo un paladín de la heroicidad.

Yokoi, quien murió en 1997, fue recibido, a su regreso en Japón, como todo un héroe. Fue celebrado no por haber peleado contra los Estados Unidos, sino por su largo combate contra la desvergüenza y la indignidad del caer prisionero, una lucha que llevó adelante, día a día, durante 28 largos años. No es mi objetivo hacer comparaciones, pero, quisiera decirles a esos jóvenes que idolatran al Che: “léete esta historia. Quizás luego preferirías cambiar tu camiseta con la imagen del Che por otra con la foto del eternamente digno, Yokoi.


Photo Credits: Ashley Van Haeften ©

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