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Fabián Soberón

El encuentro

El capitán Fitz Roy y el joven naturalista bajan juntos en el puerto de Buenos Aires. Charles Darwin tiene veintidós años. Le espera una cita con el gobernador. Le han dicho que él es un hombre rudo y puntual. El joven inglés no quiere contrariar el humor irascible del gobernador. Se despide del capitán, ingresa al cuarto de la posada y acomoda, rápidamente, sus pertenencias. Quiere agilizar la partida.

A las ocho sale de la posada y atraviesa las calles que lo separan de Rosas. El general lo espera receloso. Le han dicho que un joven explorador inglés desea conocerlo. Le han dicho que ese joven ha recorrido las misteriosas aguas de Tierra del Fuego. Le han dicho que no hay en la Argentina un naturalista que haya viajado por las diversas regiones del globo como el inglés.

Ninguno conoce la cara del otro. La cita es a las nueve. Darwin llega puntual. Rosas lo recibe gustoso.

El gobernador estira su mano y lo saluda en su perfecto inglés. Darwin, que todavía no sabe que escribirá El origen de las especies, le responde con timidez. Se sientan. Hablan, sin traductor, durante algo más de una hora. Darwin le confiesa sus impresiones sobre los indios del sur. Rosas habla de su pasión por los caballos y de sus tierras en la Patagonia. Ambos suponen que el encuentro no se repetirá. Ambos creen que el encuentro no le será útil a nadie.

Se equivocan.

Días después, Rosas cuenta, a sus amigos, lo sucedido en esa hora. Y el joven de Inglaterra comenta, en su diario, el aspecto y los modales del gobernador. Pero ni Rosas ni el inexperto inglés saben que el hombre con mayor poder de la Argentina será el olvidado farmer. Nadie sospecha que Charles Darwin modificará la historia de la ciencia unos años después.


Extracto del libro “El instante”, de Fabián Soberón

Photo Credits: Luis Alejandro Bernal Romero http://aztlek.com

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