Somos una revista independiente que sobrevive gracias a tu apoyo. ¿Quieres ser parte de este proyecto? ¡Bríndanos un café al mes!
fabian soberon
Photo by: Vincent Bernier ©

El croto*

El croto tiene nombre pero nadie lo sabe. Los extranjeros lo llaman el homeless.

Hace años que no sabe nada de su familia. Su mujer y sus hijos se han ido al sur. Una vez habló con otro croto, en una estación de servicio, y le dijo que la vida en la calle era lo mejor. Así no tenía que despedirse por las noches de su esposa ni atender a sus hijos ni trabajar ni cumplir horario en una fábrica. No tendría jefe nunca.

El viernes el presidente de la República Argentina dictó la cuarentena. Fue un mensaje corto, estudiado, amable y sentencioso. Los millones de habitantes lo vieron en las pantallas. La mayoría hizo caso, se quedó recluido y cumplió con la exhortación del primer mandatario. Pero el croto no tiene casa ni televisión ni equipos electrónicos.

El primer día de la cuarentena, se queda en el hall de entrada al banco, ese rincón en el que suele dormir en los últimos meses.

La cuestión de la comida es lo que más le preocupa. Él no sabe ni del discurso del presidente ni de la cuarentena. Solo se da cuenta de que algo pasa ya que los clientes del banco no están y los empleados, que suelen llegar temprano, tampoco asisten a su trabajo.

El croto piensa que es un gran beneficio. Tiene el espacio cerrado y chico para él solo.

Al mediodía hace su paseo por los basureros del barrio. En uno encuentra restos de pizza, un pedazo de pan y una botellita de agua casi llena. Seguro que fue alguien que no valora lo que tiene, piensa el croto. Regresa al banco.


*»Croto» es un término que se usa en Argentina para designar a una persona que no tiene trabajo ni vivienda y que vive de la caridad o de juntar cosas y alimentos de la basura.


Photo by: Vincent Bernier ©

Hey you,
¿nos brindas un café?