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Ainoa Inigo
Photo Credits: Agencia Can Avis ©

El caleidoscopio

Decía Valle Inclán que el mundo se puede escribir desde tres perspectivas: de rodillas, de pie o levantados en el aire.Cuando relatamos desde abajo engrandecemos a nuestros personajes dotándolos de características heroicas. Engendramos criaturas épicas.Si narramos de pie nos ponemos a su mismo nivel, identificándonos con ellos, adoptando nuestra escritura rasgos de espejo. Finalmente, existe un tercer modo de llevar al cabo el oficio de la escritura y es desde las alturas. Hasta los dioses, afirma el dramaturgo, se convierten en personajes de sainete, empequeñecidos desde el plano superior en el que se sitúa el narrador.

Nueva York enseña una nueva forma de mirar: la caleidoscópica. La ciudad se construye a partir de fragmentos, de trozos de espejo que reproducen realidades múltiples en constante yuxtaposición o despedida. Son historias sin principio ni fin que se quedan flotando en el aire, inaprensibles como el humo de un cigarro.

En la 78 y la Roosevelt, Rocío cuida de sus dos nietas mientras Valeria, su hija, trabaja ocho horas seguidas en una lavandería. El padre de las niñas está en Cali y necesitan dinero para  los gastos de inmigración.

En una academia de idiomas, Yun cuenta a sus compañeros que trabaja en un supermercado en Koreatown, en la calle 32, a la sombra del Empire State. Llegó a Brooklyn hace tres años y al principio ni ella ni su madre se atrevían a tomar el tren subterráneo, asustadas por las historias que se oían en su ciudad natal sobre asesinos y violencia en los trasfondos del metro. Durante meses caminaron sin descanso, por horas, hasta llegar a su destino, y fue así que conoció la ciudad y sus recovecos. En el intercambio de clase enseña a una despistada estudiante a decir “piérdete” en inglés: – Get lost!!-  le dice riéndose con los ojos- ésta es la mejor lección que vas a aprender hoy, nunca lo olvides.

Un tipo con aspecto de Ignatius Reilly, gigantesco y deshilachado, ha parado a una muchacha entre Park Avenue y la 23, frente al semáforo. Le dice que trabaja para Disney y que al verla se ha dado cuenta de que podría ser una buena dobladora en películas de dibujos animados. La chica, con mirada desconfiada, le pide que le muestre un ID. Nuestro Ignatius, preparado para esta respuesta, desenfunda fugazmente una trozo de papel arrugado con su foto, adoquinada en una esquina, y se lo guarda velozmente en el bolsillo sin que ella pueda ver nada. -¿Cómo supiste que  tenía una buena voz?–  Tras un breve pero fatídico silencio el hombretón se atreve a contestar – Pol el cuelpo.

La ciudad es un collage de sonrisas descafeinadas, culturetas sin padrino, aprendices de cocineros,  grafiteras, profesores, mamasitas, ciclistas, burócratas sin sombrero. Cuerpos desnatados, cuerpos deshidratados, cuerpos abotargados, cuerpos tatuados. Ojeras, piercings, lápices labiales, ¿cuándo me llamarás?, ojos que se encuentran, ojos que se separan,hay momentos para recitar poesías y hay momentos para boxear.

Y el mundo gira muy rápido, a toda prisa, I am in a relationship with my phone. Sube, baja, entra, sal, produce un sándwich, un presupuesto, una idea. ¿Cuánto has producido hoy? Somos una cadena de irreparable melancolía, no hay tiempo para pensar, para recordar, para encontrar el adjetivo perfecto, la palabra perfecta, el verso perfecto. Sigue corriendo sin mirar atrás.

Nunca vimos juntas el mar. A lo lejos el puente de Brooklyn tirita en un atardecer de primavera violeta. Mi corazón es indocumentado.


Photo Credits: Agencia Can Avis ©

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