CARACAS: Vivo en un edificio de los años ’70, no tiene nada de romántico y sus tuberías están como las arterias de un octogenario rockero, simplemente se rompieron. Buscar un plomero en plena crisis no es un asunto fácil, muchos trabajadores de este oficio son de origen colombiano y una notable parte se ha regresado a la hermana república por mejores ingresos, además de que la regulación de los productos obliga a comprar con cédula que muchos no tienen a pesar de tener décadas trabajando en el país. Después de intentar con cuatro números que me han facilitado mis amables vecinas doy con uno que responde.
El sr. Fredy Qhispe hace su presupuesto (una fortuna si lo llevo a números del pasado) y no me queda más que aceptar, negarse es como no atender una muela podrida. Puntualmente llega para el trabajo con su hermano, su hijo y un periódico en mano, no se dilata mucho y se pone rápidamente a destrozarme las paredes y el piso, el ruido me trae recuerdos de ortodoncia. En el intermedio nos ponemos a hablar de deportes que como me dijo un buen amigo es uno de los últimos resquicios de libertad para los hombres, es una especie de hermandad o código. El deporte es un tema que atraviesa transversalmente toda la sociedad, podrás hablarlo y ser entendido con un político, un artista o un plomero.
La copa América es perfecta para conversar con cualquiera, es una novela más que un deporte y todos tienen un equipo hacia donde parcializarse. El dedo del chileno Jara sobre el uruguayo Cavani da mucho para hablar. Todo lo simbólico sexual en el juego es sobre poder, es dominación, por si quedaran dudas Jara le dice a Cavani que su viejo se «comerá» años de cárcel. Para entender este drama hay que recordar que Uruguay ha ganado varias copas y Chile ha disputado varias finales sin ganar ninguna. Todos quieren dominar la América. Sin embargo esto no es excusa para tal comportamiento, sobre todo en un juego deportivo donde se busca mostrar que se pueden resolver nuestras disputas en un «Fair Play». No es excusa pero es un escándalo propio de la novela que es ser latinoamericano.
A nuestra selección le pasa lo mismo que a nuestra identidad, fuimos historia oculta para el resto de nuestros hermanos latinoamericanos y cuando queremos salir a representar nuestras banderas se nos dificulta encontrar nuestra justa medida. Venezuela es un país tropical con un eterno verano en el que se vive el drama de que las luces más intensas nos producen las sombras más profundas. Es difícil entender el trópico si no se experimenta, pasamos de tener poco ego a tener uno exacerbado, no somos aquel equipo invisible ni tampoco una joya perfecta. El secreto mejor guardado del caribe era el lema para atraer turistas en la década de los ochenta y una verdad entre nuestros vecinos.
Con gran facilidad me enteré que el plomero era de origen ecuatoriano, solo con preguntar a que equipo le hincha es suficiente para tal enigma. Tiene 20 años en el país y como todos acá vive el drama de vivir en un territorio ombligo del mundo, como tantos tiene una segunda nacionalidad, una segunda casa que le llama y le habla de seguridad. Pero en el fondo sabe que esos son cantos de sirena, el mundo es un lugar complejo y en ningún lugar sobre el orbe se te está esperando o deseando tu llegada con pompas y platillos. Claramente se cambian unos problemas por otros. El hermano de Freddy me habla de que si gana de nuevo la mayoría de los diputados del gobierno en las elecciones de diciembre, el se iría a Ecuador. Lo dice sin mucho estímulo, luego confiesa que estuvo allá hace diez años pero que no «aprendió» a estar allá pero que la situación está difícil en el país.
Llega la final Chile (país anfitrión) y Argentina (con el jugador nº 1 en el mundo) con heridas que nada tienen que ver con lo futbolístico. Si la final de la copa no es un drama que desgarra camisetas entonces no es una Copa América. No pueden olvidar los jugadores ni los hinchas que están en el estadio que Chile apoyó a Gran Bretaña por medio de Pinochet en la guerra de las Malvinas, así como tampoco olvidan la larga historia de problemas limítrofes en una de las fronteras más largas entre dos países en el mundo. Con todo eso en mente juegan como si se jugaran otras cosas aunque solo hay jugadores y un balón en cancha. Se juega más con fantasmas que con futbolistas, quizás las mayores heridas en América nos las hicimos entre nosotros.
Finalmente la tubería queda arreglada y a mi me queda una vaga idea de América, difícil de unir, hecha jirones, con tantas identidades que parece no tener ninguna. Una parte importante de mi familia se mudó a Santiago de Chile por lo que veo con mucha nostalgia los estadios y pronto me vienen los recuerdos de la hermosa ciudad austral. Como comprender América con tantos pueblos, con tanta distancia física y emocional entre nosotros, la misma distancia hay de Caracas a Barcelona (España) que de Caracas a Santiago y sorprendentemente puede uno saber mucho más de España que de Brasil en estas latitudes.
Photo Credits: Jimmy Baikovicius