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El bardo: Antes de Carnaval, en la ciudad

La máscara se coloca antes del carnaval, las de sonrisas tristes y las tristes sonrientes son las más que se llevan en el rostro, en la cola para comprar café, leche, aceite, el chiste fácil de la burla del poder al de abajo es el nuevo imperio moral. Por razones de seguridad ud. esta siendo filmado mientras los ladrones conectados con el poder se divierten en orgías en alguna isla lejos de toda prensa o cámara molesta, de cualquier manera nadie los reconocerá detrás de sus máscaras rojas de amor de pueblo. Se disfraza la mezquindad con amor al prójimo, este se ajusta a la piel más dura.

El calor de la cola se disipa para dar paso a la noche del viernes, la gente sale de sus trabajos con el sopor de la semana acumulada, por la lucha por lo básico, pero la noche del viernes no. En una ciudad que se desmiembra en cada esquina, los hombres y mujeres de la supuesta urbanidad entran en los bares para olvidad el rigor de la calle. Anacrónico y moderno detrás de las puertas del local escasea hasta el jabón para quitarse la mugre del cuerpo pero adentro todos se miran en sus reflejos / teléfonos inteligentes y el que recién entra mira con entusiasmo el aviso de free wifi en la triste columna de espejos de entre las mesas; absurda síntesis de nuestro concepto de país potencia del mundo.

La escasez es a la medida de la mediocridad del de arriba, no faltan las nalgas falsas ni locos fanáticos mientras las noticias de un boxeo a la economía, el 1, 2 y un jab a la barbilla, se diluyen en una cerveza cara, afuera el caos, adentro la sonrisa de un selfie (nunca sabes quién te está tomando una foto). La red social o el espejo infinito, máscaras infinitas, ahí somos bellos eternamente y tenemos siempre nuestro mejor ángulo, las almuerzos son los mejores (todos deben saberlo), en mis vacaciones tuve todos mis dólares mira mi foto.

Llega otra cerveza y con una servilleta limpio el borde de la botella porque oí que las ratas se orinan en ellas porque da placer a otros. Esta era mi ciudad, ahora está llena de jóvenes con el ideal malandro en el pecho, es su orgullo ¿Qué pasó? El wifi o la manera de desparecer en mi mundo hedónico mientras estoy rodeado de gente. Veo una ridícula escultura de un prócer de la patria al lado de una manzana de decoración y mi mente juega a imaginar a Guillermo Tell disparando sobre la cabeza de tantos héroes de lo inútil, ¿donde estarían hoy si vivieran?, ¿en qué cola, la del papel toilette?, pensarlos así es terapia del desamparo.

Salgo a la calle, las paredes dicen algo diferente de lo que los medios de comunicación, estas hablan de muerte, hablan de represión, hablan de tortura, hablan de hace un año, de un febrero de protestas y golpe a la juventud. Los rostros de los jóvenes presos, de los muertos, el rostro de Bassil, y el de tantos otros que gritan justicia pero esa es una voz en mute para quien quiera oír, de quien pueda decir lo que perdemos por una harina regulada. Esa es una máscara difícil de colocarse, la del conformismo, pero si dudas siempre hay un fusil listo para entusiasmarte por una revolución y siempre hay un compatriota cooperante dispuesto a denunciarte si no eres feliz con este sistema de miserias en fila, para eso es el carnaval, para eso es la fiesta de las máscaras.

Un amigo me llama, que me acerque a la plaza, que es una toma “cultural”, cuando llego una multitud de jóvenes con las mascaras de la cultura de la “calle” que no es más que la ovación al mal-andro, ellos no son eso pero es lo que te dicen que eres, debes sentir orgullo del malandro, esa es nuestra cultura, otra máscara más. Una señora mayor llega apoya sus cosas cuidadosamente en el piso, se coloca una peluca y comienza a bailar el Hip Hop de la calle, de pronto eso tiene más sentido, todo es un sinsentido esa es su lógica. En lo que divisa a otro, sentado desde hace rato en el piso en el centro de la plaza, sale corriendo a su encuentro, pero este pronto le indica que no es la misma locura la que los lleva a esa plaza.

Otras paredes hablan del amor, en el aire se respira la esperanza de que lo que se desangra a borbotones en algún momento muere, mientras tanto ponte la máscara, que nadie sepa que esperas por algo mejor, “solo el amor detiene el odio” mientras tanto el disfraz póntelo.

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