Por estos días sólo las personas que tienen ojos lindos podrán enamorarse, pues ahora el rostro se esconde detrás de un barbijo. La frase “Los ojos son el reflejo del alma” nunca estuvo tan vigente.
Y es que esta pandemia sin duda está modificando el mundo tal y como lo conocíamos, imagínense, ahora ha cambiado no sólo la forma de interactuar, sino también, de encontrar el amor. Vengo de una generación que descubrió el internet en la adolescencia, así que obviamente tuve mis conquistas a través de Messenger y de LatinChat, que sería algo así, como la abuela de Tinder o de Happn.
Antes te metías en una sala de chat de acuerdo a una temática específica, es decir, si te gustaba el cine, hacer deportes o incluso la política, sólo tenías que ingresar a esta sala digital y probablemente te encontrabas “al amor de tu vida” o al menos una salida al ya desaparecido Cine Broadway de Chacaito, con su posterior cena en “El Papagayo” o en alguno de los restaurantes de moda de aquella Caracas que vive hoy solo en mis recuerdos.
Ni hablar de ese videojuego “Los Sims” que revolucionó la industria y que le costó el trabajo a más de uno por estar tratando de conquistar a otro avatar en horario de oficina. También están esos que lloraron la muerte de sus “Tamatgochi” o mascota virtual, causada por el descuido de su propio dueño.
Esto de la virtualidad se viene tratando también en el cine. Una de las películas más taquilleras del cine “Avatar” trata de la posibilidad de que el ser humano viva a través de un personaje que interactúa en un mundo irreal llamado Pandora, mientras la persona está acostada en una especie de cámara criogénica; Y no podemos olvidarnos de Matrix, que ofrece la posibilidad de teletransportarse a distintos escenarios, mientras el usuario tiene una computadora “enchufada” a su cerebro.
Luego de ver todo esto, puedo deducir, que en la década de los 90 y 2000, ya nos estábamos preparando para lo que vendría: El confinamiento, con distanciamiento social. Algo que nos está costando mucho, pues a los seres humanos en su mayoría, nos gusta juntarnos.
Fantaseando un poco me imagino a Florentino Ariza, protagonista de esa gran novela de García Márquez “Amor en los tiempos del cólera”, tratando de conquistar chicas por Apps de citas. Declinando, y declinando perfiles hasta dar con su Fermina Daza y darle “Match”. Ahora bien, luego de encontrarla ¿Cómo la cortejaría? Primero tendrían que ser del mismo barrio, segundo tener el mismo terminal de número de documento, para así poder salir el mismo día y cruzar miradas mientras caminaban a dos metros de distancia el uno del otro.
Imagino a Florentino tratando de dar una flor a Fermina, pero no en la mano, que va, porque eso es contagioso. La tendría que tomar con un alambre o algo así, y estirarse lo que más pudiera para llevar este presente a su amada… Y ahí la novela ya no tendría emoción, o tal vez si, pues ¿Acaso el amor no trata de eso? ¿De luchar contra cualquier límite para demostrarle a la otra persona cuanto la amas?
Para la escena del barco (si no sabe de qué hablo lea la novela, no sea holgazán), ya no podría ser navegando por el rio, sino se desarrollaría en la App Zoom, y Florentino le diría al administrador que simulara una falla de conexión, para el quedarse sólo con su amada Fermina en la videollamada. Y para consumar su amor, harían eso del Sexting… eso sí, Florentino rogaría que no falle el internet, porque hasta en este mundo digital y apocalíptico eso del “Coitos interruptus” tampoco está bueno.