CARACAS: El Abuelo, o simplemente José, ya es un personaje conocido por los caraqueños. Este hombre de 78 años con un gran talento para el malabarismo roba las miradas de los transeúntes y pasajeros del transporte público y conductores que, a las 6:00 pm, van de regreso a casa en una ciudad donde puedes pasar hasta 3 horas sumergido en el tráfico.
Desde su muro, José deleita a jóvenes (y no tanto) con sus malabares. Todas las tardes vemos su ula ula transitar desde su muro hasta el rayado, y devolverse al compas de sus aplausos. También podemos ver a “el abuelo”, colocarse este juguete en su cuello y visualizar como rápidamente va tomando velocidad, gracias a la pericia de su movimiento de muñeca.
Bestilleiro forma parte de ese gran número de expatriados que vinieron a Venezuela entre las décadas del 50 y el 60. Vino como casi todos: Con una cajita de cartón amarrada con mecate, eso sí, no solo llena de ropa sino también de sueños.
Oriundo de Galicia, España y de profesión albañil, construyó una estación de gasolina en El Rosal, donde posteriormente surtió combustible durante 30 años. Pero hace 8 años le diagnosticaron un problema pulmonar y tuvo que abandonar su empleo.
El diagnostico no amilanó a José. Por el contrario, puso al mal tiempo buena cara e hizo del malabarismo su medio de sustento. La Plaza Candelaria, fue su campo de entrenamiento, y un muro justo en frente a la mencionada plaza se ha convertido en “el escenario” que José conquistó para exponer su arte.
El Abuelo Malabarista se siente más vivo que nunca, y confesó que su secreto radica en el entrenamiento diario. Cuando le pregunté si ganaba buen dinero, simplemente sonrió y nos guiño el ojo.