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Dolor y Gloria Almodovar
Dolor y Gloria Almodovar

Duelo por el Oscar

Mientras desayuno la mañana del día 10 de febrero me entero por los medios de comunicación que la noche anterior la película surcoreana “Parásitos”, de Bong Joon-ho, ha arrasado en los premios Oscar, llevándose 4 estatuillas –mejor película, director, guión y película extranjera-, haciendo historia además porque es el primer film de habla no inglesa que gana el premio a la mejor película, y dejando por tanto a las demás, y entre ellas a “Dolor y Gloria” de Almodóvar, como perdedoras.

Y yo me pregunto, ¿es “Parásitos” mejor película que “Dolor y Gloria? A mí me parece que no. Para empezar me resulta larga en exceso sin necesitarlo. Luego, mi principal objeción, es la mezcla de tonos y estilos que tiene la película. Se mezcla el neorrealismo, la denuncia social, la comedia, el drama, el costumbrismo, el disparate, el suspense, el vodevil, el surrealismo, el absurdo, y hasta el “tarantinismo”. Y sobre esto me surge la duda de si el director sabía por dónde se andaba, o si por el contrario tenía una gran confusión y estuvo todo el rato buscando un film que no sabía cómo encontrarlo.

Y otra objeción, al menos al mismo nivel que la primera, y que me fue surgiendo según se desarrollaba la película, es lo lista y espabilada que resulta la familia pobre y lo tonta y pazguata que es la familia rica. Cuando empieza la película y vemos a la familia pobre viviendo en unas condiciones deplorables, suponemos que no tienen  recursos para prosperar. Sin embargo, según avanza la película y vemos lo que organizan para parasitar a la familia rica, descubrimos a personas llenas de ingenio y habilidades para labrarse un futuro. Por tanto, cuando empieza la película, deberían estar ya en una posición social mucho mejor de la que muestran, pues llevan años desarrollando su “modus operandi”.

Y a la familia rica, con un cierto estatus social y profesional y elevado tren de vida, se le supone unos estudios, una formación y estar ducha en bregar contra todo lo que suponga una amenaza de su posición y sus privilegios. ¿Por qué se creen a pies juntillas todo lo que les cuenta la familia pobre? ¿Es que no se dan cuenta de cómo los están parasitando?

El principal punto de inflexión de la historia es la aparición del marido de la empleada del hogar en la casa de la familia de clase bien, en una especie de zulo, donde vivía oculto desde hacía años. Este giro del guión me parece totalmente increíble y artificial. Y a partir de aquí la película comienza a galopar hacia un final tarantiniano cada vez más forzado y disparatado en el que se banaliza el prometedor planteamiento inicial.

Y hablando de “parasitismos”, compárese esta película con “El sirviente”, de Joseph Losey.

¿Y qué decir por el contrario de la película “Dolor y Gloria” de Almodóvar? Vaya por delante que el cine de Almodóvar no me atrae en demasía. Sus historias están tan alejadas de mi experiencia vital que me cuesta mucho entrar en ellas. Tampoco su acervado esteticismo de las últimas épocas, donde todo está perfectamente colocado y con tanto colorín, contribuye a meterme en la historia, sino que muy al contrario me crea una barrera. Y que todo lo dicho no sea óbice para reconocer y admirar el enorme mérito que tiene Almodóvar como artista, un hombre nacido en una familia humilde de un pequeño pueblecito de La Mancha, Calzada de Calatrava, que ha sido capaz de crear a lo largo de su carrera una obra universal con una personalidad y estilo únicos como el de los más grandes de la historia del cine.

Pero volvamos a la película. En “Dolor y Gloria”, Almodóvar ha hecho su film más personal, profundo, redondo y emocionante de su carrera, en el que se decanta todo su estilo. El guión toca constantes humanas eternas. La realización acompaña perfectamente ese contenido: Sobria, directa, sin aspavientos. Aquí Almodóvar es más manchego que en cualquiera de sus obras anteriores. Hace gala precisamente de la sobriedad manchega, una maestra optimización de recursos para obtener la máxima emoción con los mínimos elementos en juego.

Y qué decir de la interpretación de sus protagonistas. Los actores están en sintonía y en estado de gracia haciendo suyos los fantasmas y emociones de Almodóvar. E igualmente en la misma onda de sobriedad, sentimiento y profundidad. Podíamos citar a todos ellos, pero por ser la mímesis de Almodóvar y el protagonista principal hay que citar a Antonio Banderas, una estrella de Hollywood que con absoluta inteligencia y humildad se pone en manos de su director y se deja llevar para hacer el mejor papel de su vida. ¡Ay, qué fácil es exagerar, aspaventarse y reírse a mandíbula batiente y qué difícil es contenerse y controlar todos tus músculos para que apenas afloren, pero con suficiente claridad, las emociones que quieres transmitir, con sutileza, dejando que el espectador las descubra y goce con este descubrimiento!

En fin, los premios no dejan de ser una suerte totalmente aleatoria de circunstancias y yo me pregunto, ¿dentro de 50 años, “Parásitos” y “Dolor y Gloria” estarán en el mismo lugar que ahora? ¿Cuál de las dos tiene más “poso”? ¿El “poso” de cuál de las dos películas, ahora mezclados y revueltos, agua y aceite, permanecerá cuando se decante con el tiempo? Tú decides, lector, pero piensa que el aceite de oliva manchego es mucho mejor que el coreano, si es que allí existe algo parecido, y Don Quijote, que tenía sus aventuras en La Mancha, sigue después de siglos admirando y haciendo feliz a la humanidad.

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