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Sergio Marentes
Photo Credits: Paula Rey ©

Cuándo nos quedamos en el pasado

Si ustedes son de esos que cuando necesitan algo lo buscan o, por qué no, a lo mejor hay en la audiencia alguno de esa generación, buscan algo que les ayude a encontrarlo y hasta algo para fabricarlo, permítanme decirles que viven en el pasado. No, no se lo pregunte, ya será tarde. De hecho, y esta es la parte más dolorosa, son muy pocos los que viven en el futuro.

Pongamos dos ejemplos simples. A todos nos ha sucedido que cuando vamos a reclamar una medicina que nos acaban de recetar, la farmacia nos dice que no se encuentra o que hay que esperar por ella, y ni hablar de la contraoferta del medicamento que funciona igual aunque valga menos y provenga de quién sabe qué laboratorio perdido en el centro de una ciudad tercermundista. Pues, volviendo al punto principal, ya existe un nuevo proceso con el cual los médicos y farmacéuticos podrán fabricar los medicamentos bajo demanda para, por decir algo de inmediata necesidad, detener el brote de epidemias, es decir, para no dejar que el futuro llegue con lo malo nada más. El otro ejemplo es la correa inteligente para usar en la muñeca que se conecta a nuestro teléfono celular a través de Bluetooth y nos permite escuchar las llamadas telefónicas, y por supuesto la música, las notas de voz, podcast, etc., nada más poniendo la punta del dedo en la entrada de la oreja, como si se tratara de ser un agente secreto.

En estos dos ejemplos nos podemos reflejar. Unos verán un vidrio lleno de polvo y otros, por suerte, verán el paisaje al otro lado.

Y, a propósito, en lo que ustedes demoraron leyendo esto, a lo mejor algún joven japonés ya inventó la manera de meterse un texto en la cabeza sin invertir el tiempo en pasar los ojos por sus líneas. Pero si ustedes llegaron hasta acá, los abrazo desde el pasado. Y no olviden que lo bueno de vivir en el pasado es que somos más lentos, pero vamos hasta el final del camino.


Photo Credits: Paula Rey ©

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