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Stop AAPI Hate
Stop AAPI Hate

Cuando el odio se derrama en una sociedad

El cuadrienio dominado por Donald Trump podría ser titulado: “Los años del odio”. Cuando el odio se derrama en una sociedad, fluye y envenena hasta a las personas más insospechadas. Sus semillas se arraigan, proliferan y transforman las comunidades. La historia está llena de ejemplos que muestran cuán fácil es inocular los peores sentimientos en quienes buscan afuera a los culpables de sus rabias y frustraciones. 

Trump fue un campeón en la capacidad de utilizar las peores facetas de los seres humanos para mantener la atención de la población lejos de su malgobierno. Antes azuzó contra los musulmanes, los mexicanos, los centroamericanos, y los hispanos en general. Luego, cuando la pandemia desnudó toda su incapacidad y falta de empatía hacia el dolor de los demás, alimentó el rechazo hacia los asiáticos al bautizar la Covid con el nombre de “virus chino”.

Una actitud considerada como mínimo irresponsable, en cualquier parte del mundo, en Estados Unidos se vuelve tan dañina como podría serlo un arma en manos de un niño.

Hablamos de un país en el cual, según datos del National Institute of Mental Health los trastornos mentales son muy comunes y afectan a 10 millones de personas cada año. De estos 10 millones solo la mitad recibe un tratamiento adecuado. Si a todo esto sumamos la facilidad con la cual cualquier persona tiene acceso a una o más armas, entendemos la gravedad de una actitud que expuso al odio y al desprecio público a sectores enteros de la sociedad.

Las consecuencias fueron evidentes ayer y siguen siéndolo hoy. Durante el gobierno anterior asistimos a la gravísima masacre de latinos en El Paso cuando un hombre blanco empezó a disparar sobre ellos. Tiroteo en el cual murieron 23 personas y más de 20 quedaron heridas. Un informe del FBI muestra como, desde 2015 hasta 2018 se registró un fuerte incremento de los delitos de odio.

Ahora las víctimas más golpeadas son los asiáticos. Hace pocos días, en la noche del martes, un hombre blanco abrió fuego contra tres salones de masajes, matando a ocho personas, seis de ellas mujeres asiáticas.

Ese mismo día la organización Stop AAPI Hate (Basta con el odio hacia los asiáticos-americanos) presentó su última relación sobre las agresiones de las que son víctima esos ciudadanos desde que empezó la pandemia. 

Amenazas, agresiones verbales y físicas, mensajes ofensivos en redes sociales, se han incrementado durante el 2020 y siguen creciendo en 2021. Desde el 3 de marzo de 2020 hasta el 28 de febrero de este año, han llegado 3800 denuncias. La mayoría de los ataques (un 68 por ciento) fueron contra mujeres. 

Asusta ver, en esas estadísticas, como el odio hacia sectores de la población, en este caso los asiáticos, no solamente ha ido creciendo en las áreas del país en las cuales es más arraigada la cultura nacionalista y supremacista sino también en ciudades reconocidamente inclusivas, abiertas y multiétnicas como Nueva York.

Entre los casos que publica, como ejemplo, el reporte de Stop AAPI Hate está el de una persona quien, mientras estaba en un supermercado en Nueva York, fue agredida verbalmente por un hombre quien la increpó con pesadas ofensas y, de manera muy grosera, le ordenó salir del negocio.

En Brooklyn otro hombre blanco siguió con actitud agresiva a una asiática y, parándose frente a ella, la insultó repetidas veces a gritos. Lo que es peor todavía es que muchas personas asistieron a esta escena sin intervenir.

Y en Astoria, frente a un supermercado, pintaron un graffiti que dice “China off my face” en letras tan grandes que nadie puede evitar leerlas.

Son solo una muestra de la involución de una sociedad otrora orgullosa de su amplitud mental y capacidad de inclusión de todas las diversidades. Episodios que se repiten en todo el territorio nacional, hasta, finalmente, llegar a la matanza en los tres centros de masajes de Atlanta.

Es evidente que el Presidente Biden y la VicePresidenta Harris deben tomar acciones urgentes, in primis para diluir los odios impulsados por falsas acusaciones y falsas noticias. Es necesario poner en marcha una campaña que muestre todos los aspectos positivos del aporte de los emigrantes, sea cual sea su origen, a los Estados Unidos. Hay que evidenciar su labor en cualquier ámbito, su capacidad de trabajo, su amor hacia los Estados Unidos, país que escogieron como patria.

Paralelamente hay que llevar adelante una política firme para reducir la compra de armas, cuanto menos someterla a un control muy estricto que incluya un análisis psicológico y prohibir la posesión de armas de guerras en manos de la sociedad civil.

Quizás, así, con el tiempo, se logrará evitar que el odio cobre más víctimas.

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