Somos una revista independiente que sobrevive gracias a tu apoyo. ¿Quieres ser parte de este proyecto? ¡Bríndanos un café al mes!
Miguel angel teposteco
Photo by: Johnny Silvercloud ©

Crónica de dos israelíes asesinados en la CDMX

La Plaza Artz de Ciudad de México sufrió dos tiroteos el 24 de julio. Uno de ellos, que duró 25 segundos, terminó con la vida de dos israelíes con antecedentes penales. Los 9 minutos de violencia de ambos ataques dejaron también dos lesionados, vidrios rotos y una herida más en la percepción de la seguridad en la Ciudad de México.

Todo ocurrió en la alcaldía Álvaro Obregón. Al llegar a la Plaza, un día después del crimen, las dos zonas donde ocurrieron los disparos están acordonadas. Del lado de la Avenida Picacho se pueden ver los vidrios fragmentados. Unos incluso aún no terminan de caerse, pese a los impactos de AK-47.

Los guardias de seguridad me relatan lo que pasó. «Dispararon por allá», dice uno de los más jóvenes que apunta hacia el cruce entre Picacho y Periférico Sur, «rafaguearon al policía y después dispararon hacia la plaza». A unos metros de nosotros, hay unos maniquíes que tienen vidrios a sus pies. Es la tienda Lululemon, una empresa canadiense de ropa deportiva.

 

Photo by: Miguel Ángel Teposteco Rodríguez
Photo by: Miguel Ángel Teposteco Rodríguez

 

Los hechos iniciaron cerca de las 17:20 horas. «Dispararon primero para distraer y luego matar (en el otro restaurante) a los otros dos», me dice un guardia. «Sí, porque no le apuntaron a nadie dentro, sólo al vidrio», responde otro, narrando el primer ataque.

Les pregunto a los elementos de seguridad qué hizo la gente cuando escuchó los disparos. Unos se escondieron en el Starbucks cercano y otros corrieron hacia el fondo de la plaza, donde irónicamente iniciaría otro tiroteo, 8 minutos después.

Automóviles dentro y fuera de la plaza recibieron disparos. También la patrulla conducida por un policía que trató de huir del primer ataque. El hombre sufrió heridas en el hombro y la nuca. Fue grabado y difundido por Twitter a los pocos minutos del primer tiroteo, cuando era cargado fuera de la unidad, herido de gravedad.

Incluso un chico que iba en su automóvil al momento de la primera agresión subió un video a las redes sociales. «Me salvé de milagro», dice mientras enseña los impactos de bala en el metal azul de su carro.

Todo este espectáculo de violencia fue orquestado para asesinar a Alon Azulay de 41 años y Benjamín Yeshurun Sutchi de 44 años. Ambos nacieron en Israel, a 12 mil 429 de México.

Yeshurun Sutchi era considerado por el estado de Israel como un criminal extremadamente peligroso, según la embajada del país en México. Entrenado por la Mossad, la agencia de inteligencia de su país y una de las más sofisticadas del mundo, era experto en espionaje y contraterrorismo.

Después de haber escapado de prisión en 2001, sentenciado por homicidio, huyó a América Latina junto al criminal Eres Akrishevsky.

En 2005 Yeshurun Sutchi fue capturado en México luego de un operativo solicitado por el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN) a petición de la Interpol. Para entonces, el israelí era un importante distribuidor de cocaína en Polanco, según información del periódico El Universal.

Deportado y encarcelado en Israel, cumplió su condena en febrero y regresó a México, donde encontró su muerte.

Por su parte, Azulay tenía un currículum más breve. Escapó de Israel hace dos décadas, acusado de homicidio, según el Canal 12 de Tel Aviv. Estaba legalmente en México, con permiso del Instituto Nacional de Migración (INM) para vivir en el país hasta 2020.

 

Miguel Ángel Teposteco Rodríguez
Photo by: Miguel Ángel Teposteco Rodríguez

A unas horas de que él y su compañero muriesen, un guardia de seguridad en la planta alta de Artz me dice que no puedo seguir preguntando a los clientes de las tiendas. Los usuarios me dicen no estar enterados ni del primer ni del segundo tiroteo, «solo vinimos a comprar», me comenta una madre de familia que está a punto de bajar las escaleras, cerca de una tienda de Dior.

En el perímetro de la Plaza hay más patrullas de lo normal. El administrador del edificio, Javier Salazar, dijo en un comunicado el 25 de julio que “trabajaremos en reforzar nuestros protocolos de seguridad así como la vigilancia pasiva y activa dentro y en los alrededores del centro comercial”, tras los hechos delictivos.

“¿Qué oyó?”, le pregunto a un guardia. «Disparos nomás…ocho disparos», me cuenta sobre el segundo ataque, en el restaurante chino Hunan. Él estaba en otra parte del edificio cuando se oyeron los disparos.

Me dice que a unas horas de los homicidios, la cantidad de clientes de Artz bajó a un 60%. Algo común en otros lugares donde ocurrieron hechos delictivos. «Bajó a todas horas», remata.

A un día del crimen, el restaurante que presenció en su interior el asesinato está vacío y a oscuras. Solo una banda roja que dice «Protección Civil de la Ciudad de México» protege a cualquier persona de echar un vistazo.

8 minutos después del primer ataque, una mujer, Esperanza N, que estaba sentada en el restaurante Hunan junto a uno de sus cómplices, se acercó a los dos israelíes desarmados y les asestó un tiro en la cabeza a cada uno. Después, salió corriendo del lugar. A unas calles, fue interceptada por elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) y grabada por las cámaras de seguridad de la ciudad. Ya en custodia, confesó haber asesinado a los dos Israelíes por un asunto de pareja y celos. Más tarde, cambió su versión y soltó que le habían pagado por el crimen. La investigación apunta a que la ejecución fue realizada por miembros del Cártel de Tláhuac, por instrucciones del Cártel de Jalisco Nueva Generación.

Esperanza dijo haber recibido 5 mil pesos (cerca de 262 dólares) por el asesinato. Después, cambió su versión y dijo haber recibido 25 mil pesos (mil 310 dólares).

El viernes 26 de julio, la procuradora general de Justicia (PGJ-CDMX), Ernestina Godoy, dijo que durante la madrugada había sido encontrado el vehículo donde huyeron algunos de los cómplices del doble asesinato. En el automóvil había un celular desde donde la gatilleros habían recibido instrucciones precisas de cómo asesinar a los israelíes.

En periódicos de Israel como Ynet News aseguraron que quien pudo ordenar los asesinatos probablemente vino de territorio israelí. Esta versión tiene que buscar cómo encajar con la de las autoridades mexicanas, quienes dicen que los dos sicarios tenían problemas con cárteles mexicanos, según las palabras del secretario de Seguridad y Protección Ciudadana del Gobierno Federal, Alfonso Durazo.

Asimismo, la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México (PGJ-CDMX) y la Fiscalía General de la República (FGR), afirmaron que el móvil de los crímenes pudo ser un ajuste de cuentas, pues los israelíes habrían querido “estafar” al Cártel de Jalisco, en un negocio de lavado de dinero con empresas formales que Alon Azulay y Benjamín Yeshurun Sutchi manejaban impunemente en México.

Por su parte, el presidente Andrés Manuel López Obrador consideró el caso «poco preocupante», pero dijo que está siendo investigado a profundidad, en conjunto con la embajada de Israel.

En algunos videos que siguen circulando sobre el tiroteo, se observa cómo los camareros y comensales están agachados después del suceso violento. Todos teclean en sus celulares y graban. Muy cerca de ellos, están los dos cadáveres de los israelíes. Ya nadie escucha más disparos.


Photo by: Johnny Silvercloud ©

Hey you,
¿nos brindas un café?