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mario blanco
Photo Credits: Epicantus ©

Conversación postcoital

Hay un remanso en el tiempo, inigualable, único, que acontece después de un coito añorado. Es puntualmente justo, en ese momento, donde las palabras surgen tan espontáneas y sanas, donde se relatan sentimientos vírgenes, diría donde conversan las almas. Ese lenguaje del corazón surge del sosiego espiritual, es como si se alcanzara la cúspide del monte más alto, y entonces el cuerpo y la mente, disfrutan de esa vanidad erótica y heroica, y se habla sin ambages, se exponen los secretos mejor guardados, y mas que la desnudez física, es la desnudez del alma la que aflora. Los seres humanos descubren y exponen sus fantasías, como si estuvieran en el juicio final. Ojo, pero no es de inmediato, primero reina un silencio cómplice, solo después de un corto letargo inenarrable, viene la plática íntima, apenas susurrada, como gotas de miel cayendo del panal.

Probablemente no hay otro momento comparable dentro de las sensaciones humanas, es algo tan atípico y personal, aunque sea entre dos personas, parece como si nuestro interior propulsara un monólogo, en cambio, la satisfacción de la declamación de sentimientos hacia la otra persona, es más que una declaración amorosa, es un desagüe volcánico tranquilo, lava que desemboca en la mar, un parto sin dolor, pero inaguantable, es la confesión del amante en su momento más álgido, cuando descubre y expone su interior con los pensamientos más genuinos.

Puede suceder una y muchas veces, pero, si importante es la conquista, el ritual antes del coito, y el propio combate amoroso, la sosegada etapa posterior es como el orgasmo del alma, apacible, pleno de la victoria alcanzada, por eso se desnuda en sus sentimientos, entregándose al placer, no de la pasión, sino del embeleso. ¡Qué triste cuando después de un coito añorado no hay tiempo para el clímax postcoital!, se pierde la magia del mismo, es como una obra de arte truncada, un filme o libro con final inacabado, el cuerpo se sacia y es bueno, pero el alma queda insatisfecha. La conversación postcoital es el galardón, el premio universitario del acto amoroso.


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