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Construir la ciudad – Tío

Construir la ciudad, deshacerla. Construirla, hacerla nuestra, sentirla en la nostalgia por lo que está siendo, vivirla como nuestra. Una ciudad solo es habitable en la medida en que existe en la imaginación, y ¿cómo va a existir en nuestra imaginación sin novelas, poemas, cuentos, canciones, pinturas, esculturas y fotografías que la tejan? Entonces salimos Diego y yo a edificarla, no La ciudad, no Puebla, sino Nuestra ciudad, Nuestra Puebla: las calles que recorremos, los lugares que a golpe de constancia o de sucesos memorables nos hemos apropiado, atravesados por un eje enorme que también es el eje de la nueva Puebla: la vía Atlixcáyotl. Y para aprender sobre nosotros, el otro, ese espejo infinito en el que nunca termina nuestro re-conocimiento: solo sabemos que tenemos voz porque el eco de nuestras palabras vibra en la respuesta del que tenemos enfrente: existimos gracias al otro. Cuatro personas que también habitan la Atlixcáyotl y que, sin embargo, habitan otra ciudad, viven en otra Puebla. Durante una semana (la misma semana todos), Pablo, Jesús, Erasmo y El tío usaron una cámara desechable, ¿para tomarle fotos a qué? A lo que quisieran. La investigación, aunque siempre inconclusa, nos permite conocer un poco más de nuestra ciudad, o conocernos a nosotros, que al cabo es lo mismo.

 

Tío

En el espacio público la confianza es esencial. Sin confianza no hay acuerdo ni colaboración. Y ganársela no es sencillo. Al principio todos en la gasolinera se niegan, usan cualquier pretexto para rechazarnos. El tío, como lo conocen todos, nos dice que solo si el gerente autoriza aceptará la cámara. Es esa confianza la que convierte la cámara en un puente entre amigos, una herramienta para intimar en la que el registro ya no tiene autor, sino que es expresión de una pequeña comunidad de amigos…

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