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Daniel G Campos
coney island

En Coney Island: Todo esto importa

«Hoy quiero ver el Atlántico» pienso en cuanto la luz del sol matinal acaricia mis párpados, ilumina mi sueño y me despierta. Por el leve calor húmedo siento en mi piel que se viene el primer día veraniego en Nueva York. Chorreo un buen café negro para desayunar y un rato después ya voy en el tren F con rumbo a Coney Island. Al acercarnos, desde la plataforma elevada de los rieles atisbo el océano: azul y encrespado, pero sin impetuosidades.

En la estación final convergemos cientos de personas que hemos venido en los trenes D, F, N y Q a disfrutar de la brisa fresca, el aroma a sal y el abrazo del mar. El gentío no me parece tumulto sino compañía. Ya al caminar por el paseo tablado junto a la playa blanco hueso, me percato de que no vine al encuentro del Atlántico sino de miles de personas. Las observo mientras deambulo entre el hormiguero humano.

Familias latinas, rusas, afroamericanas y bengalíes caminando juntas, padres e hijos. Chiquitos corriendo y brincando, para quienes los demás somos obstáculos movibles. Parejas de jóvenes en vestido de baño, piel dorada y fresca, abrazados. Una pareja adulta, él vistiendo pantalón con pliegues y camisa guayabera, ella un vestido de algodón estampado y colorido, de tal forma que me recuerdan a mi papá y mi mamá caminando de la mano por el Paseo de los Turistas en Puntarenas. Un hombre latino de mediana edad, en pantaloneta y sin camisa, serpiente en cuello e iguana al hombro. Boricuas tocando tubas, congas y maracas y cantando “palo, palo, palo, palo, palito paloé”. Dos mulatas rasta acostadas en una hamaca colgada bajo el muelle y fumando un puro de marijuana. Dos hombres sij, uno de turbante marrón y el otro negro, éste en silla de ruedas, ambos mirando al mar. Un grupo de ancianos chinos pescando con caña y contentos con todo lo pescado. Dos padres y su hija adolescente comentando la escena con acento chileno y llamándolos “pesqueros” en vez de pescadores. Dos adolescentes rubios que pescaron un cangrejo y se ríen juntos pues no pueden desenredarlo de la cuerda y el anzuelo. Otro boricua cantando a capela e improvisando una letra sobre Roberto Clemente, a lo Rubén Blades. Un muchacho greñudo, aspirante a guitarrista metalero, de atuendo negro, botas y cadenas plateadas al cuello, subido en unas piedras dentro del mar con todo y guitarra eléctrica, ¡para que su mamá le tome una foto! Segundos después, el mismo muchacho en la playa, con las botas mojadas y quitándose la greña, porque es una peluca. Un feo feísimo vestido con una camiseta que dice “When God made me He was just showing off” (Cuando Dios me creó, se estaba luciendo). Y una mujer joven malencarada con una camiseta negra de letras blancas que dice “Who Cares?” (¿ A quién le importa?). A ésta última le quiero decir: “I care.” Todo esto me importa. Es mi hormiguero y quiero cuidarlo.


Photo Credits: Josue Mendivil

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