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Ciudades escritas de Fabián Soberón

Ciudades en tiempo real

Reseña de Ciudades escritas de Fabián Soberón

Quizá con la dinámica de un road-movie, pero combinando viajes en avión con trayectos en auto, el recorte de ciudades de Estados Unidos que Soberón visita, lleva el sello de cierta intelectualidad argentina, si cabe el término, que ha tomado del país del norte, algunos íconos de su cultura que se encuentran por fuera del circuito del consumo inmediato.

Así es como Fabián Soberón (Tucumán, 1973) en su libro titulado Ciudades escritas (EDUVIM) nos conduce por varias ciudades y estados de los Estados Unidos. Tanto el primer capítulo como el último están situados en la Argentina, en Buenos Aires el primero y también el último. El relato, mezcla de crónica con texto testimonial de su vida privada y familiar, sus gustos y vicisitudes cotidianas; está atravesado tanto por grandes ideas como por pequeños detalles reveladores.

Vermont es el primer estado al que nos lleva, luego de una combinación de vuelos en Nueva York, iniciamos este recorrido de gran parte de lo más sofisticado en materia cultural de ese país extenso, diverso y complejo. Mediante una prosa atractiva, dinámica y plagada de comparaciones sugerentes, Soberón va conociendo, se va sorprendiendo y nos va relatando en una suerte de tiempo real, aquello que ve, vive y lo impacta tanto intelectual como emocionalmente.

“Al trasponer la puerta de entrada, encontré una mesa de saldos. Apilados como zapatos, los libros formaban una modesta columna de papel que contenía verdaderas joyas”, relata el narrador. Uno de los aspectos interesantes de este viaje es que el autor, lejos de ser un solitario que va en búsqueda de sí mismo -aquella visión del viaje de las décadas del sesenta y setenta- que incluía un descenso a las profundidades de uno mismo en búsqueda de la propia identidad, es un viaje en familia. Este viaje incluye a su mujer, los hijos de ambos y a su propia madre, que lo ayuda a cuidar de su hijo.

Así es como vamos, en un estilo coloquial donde el lector está incluido, de Vermont, el estado más verde a la elegante Boston. Nueva York deslumbra al cronista. Luego de visitar la costa este, se dirigen a California, allí descubre Los Angeles, la bella San Francisco, pequeños sitios como Big Sur, o La Jolla (ciudad de Raymond Chandler) a la cual compara con Punta del Este. Así como en el este es más propicio a las citas de escritores y músicos; en el oeste, el relato hace un viraje hacia el universo cinematográfico, donde aparecen mencionados Alfred Hitchcock y Billy Wilder, entre otros.

La lista de autores nombrados resultaría tediosa de citar, pero algunos que caen en forma de gotas de lluvia o de tormentas imparables son: Tabucchi, Wilde, Jean Paul Sartre, Héctor Viel Temperley (dibujante y poeta), Elvira Orphée, Luis Chitarroni, Arturo Carrera, Hugo Foguet, Dante y tantos otros. Tampoco faltan los músicos como David Byrne o León Gieco. A la manera de mayólicas, se van acomodando hasta formar figuras perfectas.

Hacia el final de esta apasionante crónica, el autor nos revela uno de sus secretos: “He buscado la tensión entre viaje y escritura, entre ciudad y lectura. Creo, no sin temor, que mis viajes fueron un pretexto para la lectura o la relectura”. De esta forma, lo podemos imaginar por mundo: leyendo, escribiendo y releyendo.

Cantidad de páginas: 79


Photo Credits: abhisawa

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