Capital llena de luz con apagones,
urbe de cemento y ladrillo,
árboles en lugar de monumentos,
sitio poseído de horas que desfilan,
inundado de angustia a la idea de victoria o tragedia.
Cuna de paisajes mágicos
deslumbras al caminante sin rumbo, al náufrago
entre los restos de la miseria y la riqueza de pocos.
Devoras vidas enteras
que se extinguen sin eco y se usan sin resultado.
Sueño y distancia revueltos
Ciudad que ya no existe,
tus tardes grises con lloviznas cortas,
tus vientos ordenando porquerías
y echando brillo al pavimento.
El chocolate espumoso, el pandebono tibio,
la almojabana blanda, el buñuelo fresco,
lo sutil y lo tercio,
nos alejaban de tu dureza,
nos dejaban ver tus detalles ínfimos,
tus posibles quiebres, tus defectos,
un despliegue, un vacío jamás colmado.
Mirarte y verse en la ciudad del tiempo
espejo de una civilización que se estrella contra sí misma
y que teme encontrarse en el vacío que se presiente.
