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fernando olszansky
Photo Credits: nik gaffney ©

Cinco novelas del desarraigo

Los movimientos literarios se definen por temas, momentos históricos, el contexto, y algunos detalles estilísticos, pero para que esos movimientos tomen vida se necesitan escritos. Dentro de ese movimiento literario, se encuentran poemas, elementos narrativos como el cuento, el relato, la crónica o el ensayo; sin embargo las novelas son las que marcan tendencia. Dentro de la Literatura del Desarraigo, que no escapa a ese eje de creación, también hay novelas que distinguen con altitud, esos temas que el desarraigo conlleva. Si bien la inmigración en Estados Unidos haya sido un elemento constante, es la latina la que nos interesa, la que recupera el idioma y la identidad de quienes venimos de más allá del Río Grande, han cruzado el charco y se han instalado aquí para engrandecer y aportar a este país. Pero nuestras esperanzas son las mismas de quien vive aquí. En ese encuentro, hay una búsqueda constante por la identidad y por la inserción en una sociedad cambiante, pero al mismo tiempo fascinante e impredecible. Estas cinco novelas que presentamos hablan de temas variados, pero coinciden en que el viaje del inmigrante no termina en el destino material, sino que la jornada es como la de Ulises a Ítaca, un viaje que nos cambia para siempre, y que quizás nos convierta en un misterio difícil de develar.

Para empezar a mencionar estas emblemáticas novelas, debemos hablar de El exilio voluntario, novela ganadora del Premio de Novela Casa de las Américas, escrita por el boliviano radicado en Denver Claudio Ferrufiño Coqueugniot. Narra las vicisitudes de un inmigrante boliviano en las áreas de Virginia, y no deja de dar un profundo análisis de este país, enfocándose en lo social y lo cultural, que describe a través de las interrelaciones entre las múltiples razas que vuelven esta sociedad multicultural y multilingüe. Carlos, el protagonista de la novela, no deja de hacerse preguntas, de hacernos preguntas, y ese es el mayor detalle de análisis, uno propio y profundo, que hace que ese viaje sea único y personal.

La novela De zorros y Erizos del mexicano Raúl Dorantes, nos trae a un grupo de amigos “a la fuerza”, que son tan dispares en sus creencias y actitudes como las naciones de su origen. Los hermana esa experiencia única que es la de ser un migrante. Sus entornos giran alrededor de una revista literaria, la resistencia a un sistema decadente, y se recluyen en ese ámbito pseudo-intelectual que generan el arte, el alcohol y el sueño eterno de la revolución. El lenguaje de esta novela es una suerte de voz coloquial. Dorantes se apoya en los diálogos para entrar en la psiquis de los personajes, y así develarlos en toda su dimensión.

El corrido de Dante, del escritor radicado en Oregon, Eduardo González Viaña, es una novela de contrastes. González Viaña usa el escape de una adolescente con su novio, un secuestro, según el padre de la joven, para recrear un viaje de descubrimientos. Dante, el padre de la joven, empieza a desandar el camino que lo trajo a Estados Unidos, y empieza a observar su país de origen, México y el nuevo lugar donde vive, con un lente minucioso. Esa perspectiva le ayuda a ser analítico y también sentimental. El viaje no lo emprende solo, lo acompañan un burro de nombre Virgilio y la voz espiritual de su esposa ya fallecida. Ellos le ayudan a reflexionar, sobre las culturas, el racismo, la diferencias generacionales y las posturas sociales de los dos países que se confrontan en su corazón.

Toda novela es un viaje, y en el caso de Sustitución, la novela del peruano Jack Martínez Arias, esa afirmación se convierte en una fuente narrativa inagotable. Jesé, protagonista de esta desventura, se sumerge en una exploración desesperada a través del medio oeste norteamericano, en busca de respuestas que se le escapan de la punta de los dedos. Su padre ha peleado por éste, su nuevo país y ha quedado inválido. Se ha convertido en una carga para el sistema social y también para los que ama, pero al menos sabe que el futuro será mejor para su hijo. Ha sido el cordero inocente sacrificado en el altar de la inmigración y de la guerra. Jesé se enmaraña en una historia de mentiras que construye para su resguardo, pero el viaje abre los caminos de la verdad y la búsqueda frenética de sí mismo.

Y no se lo tragó la tierra… es una notable novela de Tomás Rivera, quizás la más trascendente del siglo XX, que narra la lucha de una familia que de a poco es devorada por el racismo, la soledad y un sistema que abusa de ellos casi de manera sistemática y feudal. Rivera ha desarrollado con simpleza una obra que contiene todos los rasgos que el ser migrante debe confrontar en orden de sobrevivir. La migración no es ya haber venido desde México a trabajar y construir un futuro mejor, sino que consiste en la continua búsqueda de oportunidades en los campos de Iowa, Texas, o donde haya una cosecha para levantar. La vida del bracero es desolada, alienado por propios y extraños, con una única roca para sostenerse: la familia que ha construido. Una novela desesperada, sí, pero con un fuerte énfasis en los valores familiares y en el esfuerzo por construir una vida propia.

Por supuesto que cada lista está llena de injusticias, pero lo bueno es que hay material para debatir, que se sigue construyendo el arraigo a través de la literatura, que nuestra presencia se afianza cuando se cree en la identidad, en nuestras raíces y en nuestros valores. Escribir en Estados Unidos en nuestro idioma es afirmar nuestro futuro a través de libros que documentan nuestras estancias, nuestras dolencias y nuestras victorias. Leer en español es, al final de todo, crecer en la dirección de nuestro propio futuro. Estas cinco novelas, ayudan a cimentar este pensamiento.


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