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daniel campos
Photo Credits: Marketa ©

Cigarras al final del verano neoyorquino

Aunque faltan un par de semanas para que se termine el verano según el ciclo astronómico, la costumbre social en los Yunáited Estéits es que el estío se termine en el feriado de Labor Day, el primer lunes de setiembre. Así la cultura que exalta a las hormigas hacendosas y denigra a las cigarras cantoras nos hurta un par de semanas de verano y nos lanza de lleno a las labores otoñales cuando todavía hace mucho calor: cuando todavía cantan las cigarras.

En mi caso como profesor y filósofo, el verano es para leer con libertad, escribir, concebir posibles cursos, explorar nuevos contenidos para los seminarios, avanzar con proyectos de investigación y actividades similares. El otoño es principalmente para dedicarme a la docencia, para presentarles a mis estudiantes posibles caminos de aprendizaje y explorarlos juntos. La transición abrupta de los quehaceres veraniegos a los otoñales no sería tan problemática si mis estudiantes y yo no estuviéramos asándonos a casi cuarenta grados centígrados en aulas sin aire acondicionado en Brooklyn, debido a la falta de financiamiento adecuado para la educación pública.

Ante la ola de calor sofocante, prefiero enfocarme en las sutiles alegrías del verano tardío. Por ejemplo, aunque me esté asando disfruto a las cigarras. Hoy me desperté escuchándolas cantarle al sol de verano. Dejé las ventanas del frente de mi apartamento brooklyniano abiertas para que la brisa me refrescara durante la noche. Esta mañana, como las anteriores, el chillido de las chicharras me sacó poco a poco del sueño profundo. Y toda la mañana y toda la tarde me serenatearon las bichitas con sus tonos agudos, mientras yo leía discursos de Sagoyewatha, orador amerindio de la nación Seneca del norte de Nueva York, para comentarlos en clase con mis estudiantes.

Mis vecinas violinistas y violonchelistas viven en el plátano de sombra (Platanus acerifolia) frente a mi apartamento. Desde el tronco, las ramas y las hojas, me cantaron y cantaron sin tregua ni intervalo. Insistieron tanto que por la tarde cerré el libro de discursos donde Sagoyewatha justamente describía cómo las cinco naciones de la confederación amerindia de los iroqueses (Iroquois) vivían de acuerdo al ritmo de la naturaleza dictado por el Gran Espíritu. Le hice caso a las cigarras y a los iroqueses y salí a caminar al parque Prospect.

En el parque me encontré familias mexicanas haciendo fiestas de cumpleaños; una pareja de ancianos bengalíes pescando en el lago con una caña hecha de rama seca; una pareja de ancianos rusos caminando lado a lado, despacito, él con bastón, pero juntos y conversando; una pareja de enamorados adolescentes apretándose contra el tronco de un roble hasta restregarse con intensidad; grupos de hipsters haciendo picnic; la luz dorada del atardecer reflejándose en el lago; patos, gansos y cisnes nadando en éste; y cigarras agazapadas en el bosque cantando y cantando, pidiéndole al verano que no se vaya todavía, que nos acompañe unas semanas más. Y recordándonos a nosotros que la vida hay que disfrutarla, ojalá al ritmo de la naturaleza y no contra él.


Photo Credits: Marketa ©

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Sonia DV
Sonia DV
5 years ago

Es cierto, no se porqué la sociedad se empeña en poner fechas a las cosas y cambios horarios, cuando la naturaleza es sabia y nos lo dice. En España no hay labor day, pero llega el 1 de septiembre y aunque el calor te nuble los sentidos, la gente guarda los bañadores en el baúl de la ropa de verano y se viste de otoño. Se supone que es lo que hay que hacer. Hoy hace calor y seguirá haciéndolo la semana que viene…el cambio climático…En Galicia no estamos acostumbrados a tanto calor y mucho menos durante tantos días, y… Seguir leyendo »

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