El tiempo ha pasado volando, ya vamos a cumplir casi un mes emitiendo el programa y aunque a muchos les cueste reconocerlo el equipo se ha engranado sorprendentemente.
Hace varias semanas que llegué al canal, la primera fue una luna de miel que parecía eterna. Pero todo eso cambió a partir de la segunda, pues mi compañera, que dicho sea de paso es una excelente productora, se sintió amenazada cuando supo un poco más de mí.
Primero se sorprendió al saber que era mucho mayor de lo que ella pensaba (todo un halago para mi, pues hasta ahora todo el mundo me calcula más edad), lo segundo fue saber que he sido productor de noticias en cadenas internacionales de renombre (he de confesar que ha sido más por suerte que por otra cosa), pero lo último (y dicho sea de paso fue lo que más le produjo recelos) fue saber que el moderador y productor ejecutivo del programa se sentía bastante cómodo conmigo en el equipo y que además se estaba negociando que mi estadía en el canal fuera ya con todas las de la ley, es decir que obtuviera un empleo fijo.
A partir de eso, todo cambió. Ya mis ideas no eran tan originales para ella como al principio, y hasta mi tino para escoger las mejores noticias había desaparecido misteriosamente. La situación se volvió tan cumbre que llegué a discutir con ella (cosa que odio hacer en el trabajo de TV, pues allí se está más propenso a encontrar enemigos que en la misma guerra). Afortunadamente fue sólo una discusión banal que no pasó a mayores.
La verdad ha sido casi un mes de vertiginosos cambios, y en vísperas de nuestro primer aniversario, y antes de apagar las velas quisiera pedir un deseo, o más bien dos:
– Que el programa siga ganando sintonía, pues me parece que hemos recuperado un espacio necesario para la cultura y la diversión.
– Ya amiga, deja de ser tan malgeniada y celosa, que no te quiero quitar el trabajo. Por el contrario quiero que reconozcamos que somos un buen equipo y que tenemos mucho que aprender el uno del otro.
Mis mejores deseos para ti.