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Arturo Serna

Castillo en el aire

Notas sobre música en un diario

 

1

La obra musical posee una naturaleza huidiza, desbordante. En la partitura, es una forma matemática que contiene las múltiples (y tal vez infinitas) posibilidades de ejecución. Ninguna de esas posibilidades la agota. Por definición es inagotable; es una obra de pensamiento matemático móvil, inacabado.

La partitura contiene infinitas interpretaciones posibles, es un río inmóvil desde el cual emanan infinitos movimientos posibles.

 

2

En la música no funciona la intertextualidad. Citar en música no tiene la misma función que en literatura. En literatura, la cita puesta en otro marco, un texto escrito por otro, es trastocado y modificado por el solo hecho de haber sido escrito por otro. La operación de citar modifica al texto que se escribe. En el horizonte de la música, en el tiempo de la música, la cita no se modifica por el solo hecho de nombrarla. Otras reglas, otras misteriosas leyes rigen el horizonte temporal de la música.

 

3

La música no es palabra. Es anterior a las palabras. La música despliega sus alas antes de la experiencia verbal. Por tanto, intentar definir qué es la música, implica llevar la música (¿la esencia de la música?) a las palabras. Y eso es traición. Definirla con operaciones verbales convierte a la música en lo que no es: artificio verbal. Quizás la música si sea un artificio pero no sabemos qué clase de artificio es.


Photo Credits: Alberto R. Salas

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