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Casa en tránsito

Casa en tránsito VII – Delira la luz

Bay Ridge, Brooklyn, NY 11209

Dos ventanas, tótems transparentes.

Fragmentos del afuera navegan en la mirada de la casa vacía. Cuerpos se resguardan detrás de las puertas. Alguno deambula a su perro, a su periódico o a sus bolsas del Rite Aid. Otro, con su taleguita, apesta, la deja junto a la reja. O revisa el jardín, está intacto, hace un ademán de hacer algo, se arrepiente. El gran acontecimiento que ocurre en los alrededores de esta, la primera casa (territorio  de padres y madres rusos, polacos e italianos dejados atrás por manadas de hijos e hijas que emigraron veloces al norte del borde de la isla), es la ceremonia de la camilla que se gesta cada siete días: alguno de ellos, siguiendo el llamado ineludible de la ambulancia, parte rumbo al hospital acostado en ese azul tieso, de lavandería. Repite, sin saberlo, la fuga de su estirpe y sale desgonzado, desgonzada, como los tulipanes ahora, frente a las ventana. Así, la visión crece. La casa se despide de los que no conoce, se duele por su ya no estar más acá nunca o dentro de un buen tiempo. Inyecciones y tubitos. La vejez de los otros. Las objetos que quedan callan, abren ríos. Dos visiones ocurren frente a los tótems de vidrio.

Cardumen de peces de plata, dos árboles sin tronco y un tulipán desgonzado. Los tallos se adentran en el agua. El agua salió del grifo, el que conoce los residuos de cada día. La luz salió del costado de este miércoles arrancado de cuajo de su nombre. Carros ronronean, van y vienen como una marea, mojan los cimientos. Adentrarse en el marco, caligrafía borrosa, mapas parpadeantes. Persistenmutan. Los viejos del aire, pulmones suspendidos en cajas resonantes. El afuera navega en las ventanas. Al unísono del parpadeo, las criaturas blancas anudan ríos. Un paso más allá de la puerta deja sin pierna. Recorta la violencia de salir.

Cardumen de tulipanes, peces sin tronco y dos árboles desgonzados. El agua se adentra en los tallos. El grifo entra en los días de cada residuo. El cuajo del nombre fue arrancado de su miércoles y del costado de su luz. Van y vienen los cimientos, la marea ronronea, los carros mojan la nostalgia residual. Mapa parpadeante de la caligrafía blanca. El marco adentro. Persistenmutan los pulmones de los viejos en la caja.

Resuenan.

Es el aire.

Las criaturas quedan sin sin parpadeo al borde de las puertas. Es la violencia al unísono y más allá, una pierna recorta al río blanco.

Siempre se trata de salir.

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