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charlie garcia
Photo by: Ministerio de Cultura de la Nación ©

Carlitos no se deja ver

El sábado pasado Charly García, el artista argentino emblema del rock nacional (junto a Spinetta) cumplió 70 años, y una vez más se escapó de mis manos la posibilidad de verlo como fanático y no cómo un periodista más que cubrió su recital en la Plaza Diego Ibarra de Caracas. 

Mis encuentros o más bien mis desencuentros con Carlos Alberto García han sido históricos, al menos para mí, pues siempre estoy “a punto de verlo”, pero por alguna razón no llega a ocurrir. Cada vez que me pierdo por Buenos Aires, y me dejo llevar, inexplicablemente mis pasos terminan en Coronel Díaz y Santa Fe (donde vive el artista), tal vez con la esperanza de cruzarme a Charly comprando Pan o tomándose un Whisky en la vereda. Pero hasta ahora no ocurrió.

En fin, hace unos días Buenos Aires era una fiesta y ofrecía muestras fotográficas, gigantografias del cantante, y hasta dos conciertos, para festejar los 70 años del músico argentino; y una vez más casi toco el cielo con las manos, pero como siempre, no pudo ser, tuve que conformarme con verlo por la tele. 

En el CCK, el ministerio de la Cultura de La Nación organizó un recital gratuito y obviamente conseguir una entrada era imposible, y en el caso del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, se hizo lo propio, pero en el Teatro Colón. En este caso se usó el Bot de la ciudad: Supuestamente si uno enviaba el hashtag #CHARLYBA podías hacerte con un boleto, pero misteriosamente todos los que fueron al famoso teatro porteño el sábado pasado eran en su mayoría, personalidades y políticos (seguro ellos enviaron la etiqueta antes que el resto de los mortales). Cuestión que tuve que ver ambos recitales por TV.

Pero no todo fue negativo en el cumple de Charly, pues mientras yo puteaba y me lamentaba por no haber ido, mi hijo se acercó con un retrato del cantante dibujado por él, me lo entregó y dijo: “Ya fue viejo, pasá la página”. Luego de su comentario nos cagamos de risa y seguimos viendo el recital. 

Aquella misma noche recordé cuando escuché por primera vez una canción de García: ocurrió en los pasillos de la Escuela de Ingeniería de la UCV, en los puestos que vendían casetes, creo que fue en 1997. Recuerdo que estaba buscando libros para comprar cuando de repente comenzó a sonar el tema “Los Dinosaurios” y me voló la cabeza, tanto así que no compré ningún libro sino que me llevé a Charly a mi casa. 

En aquel TDK de 60 minutos descubrí no solo los dinosaurios, sino grandes joyas del rock nacional como: Canción para mi muerte, Promesas sobre el bidet, Cerca de la revolución, y un puñado de canciones más que me volaron la cabeza.

Cuatro años después me reencontré con Carlitos en el Festival Internacional de Cine de la Habana, específicamente durante una escena de la película “Una noche con Sabrina Love” donde hace un cameo dentro de una tina junto a Cecilia Roth. La tercera vez fue en el mismo festival a través de sus canciones que fueron la transición temporal de Gastón Pauls y Ariadna Gil en “Nueces para el amor”.

Años después, ya recién casado, elegí junto a quien fuera mi esposa venir a Buenos Aires de luna de miel y, entre las actividades, planificamos la posibilidad de ir a un concierto de Charly, pero no se pudo ¿Por qué? Porque Carlitos estaba internado en la clínica neuropsiquiátrica Dharma por un cuadro de “excitación psicomotriz”. Sin embargo, paradójicamente esa fue la oportunidad que lo vi más de cerca, esto ocurrió así: 

Estábamos caminando por la ciudad, cuando de repente vimos gran algarabía en la puerta de un edificio y al acercarnos observamos que en las paredes había fotos de Charly, flores y discos. Resulta que, sin saberlo, paramos a las puertas del sanatorio donde estaba el artista, y de repente todo el mundo comenzó a gritar pues desde una de las ventanas apareció el cantante y saludó. 

La quinta vez que me crucé con Carlitos, fue en Caracas, si, en mi ciudad. Fue cuando el gobierno llevó a Charly García a dar un concierto en la Plaza Diego Ibarra, donde estuve en su recital (bastante lejos del escenario, por cierto) y con la promesa de poder entrevistarlo. Confieso que ese día me temblaban las piernas. Pero como siempre algo ocurrió: tras esperar una hora, la persona de prensa dijo que Charly se había ido. Apenas el hombre decía esto el cantante pasó cerca de nosotros en un auto, nos sacó la lengua y siguió su camino.


Photo by: Ministerio de Cultura de la Nación ©

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