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La ciudad vencida
novela La ciudad vencida

Caracas ¿La ciudad vencida?

Estar en el eterno carrusel de emociones que Caracas brinda sin mezquindad, en esta ciudad que te zarandea porque sí, esa es la promesa que La Ciudad Vencida te cumple.

La novela de Yeniter Poleo es una historia cuyos personajes están en una Caracas que la autora no nombra jamás. Es la magia de dibujar con palabras los espacios que reconoceremos apenas empezamos a leer. Claro, la marca de dos eventos con costuras sociales y políticas ocurridas ambas en febrero de años distintos pero no tan distantes: 1989 y 1992, evoca inmediatamente esos azarosos días que sacudieron al país, pero pudieron haber ocurrido en cualquier ciudad latinoamericana, todas tan acostumbradas a revueltas sociales y a golpes de estado que no resuelven ningún problema sino que dejan siempre la herida abierta en la ciudadanía.

Se nota en su novela que Poleo realizó una ardua investigación, no sólo de la política y de sus eventos que sirven de excusa para presentarnos unos personajes y a su ciudad. Los eventos: el Caracazo de 1989 y el golpe de estado de 1992 atraviesan la trama de un país que se vivió en Caracas. Ella reseña limpia y honestamente detalles de la angustia en las calles y en sus personajes, desempolva sensaciones y sentimientos que considerábamos olvidados pero que estaban agazapados, guardados en algún rincón de nuestra memoria, esperando para salir a sacudirnos, a revolvernos la ciudad de cielos azules y Ávila siempre verde.

La ciudad vencida de Yeniter Poleo es Caracas en varios tiempos, en el tiempo en que Bernard era el rey de las crónicas sociales, y es el tiempo de Cariú también, la joven pasante que llega ansiosa, con ganas de comerse el mundo. Además, genera un contexto tan preciso de lugares y personajes. Personajes y sus desazones, protagonistas y sus familias que “por penuria o exceso, por presencia o ausencia nos define” son un guiño a la ansiada identidad del venezolano que no deja de ser un proyecto. La sala de redacción de un periódico que transita desde noticias tecleadas en máquinas de escribir hasta el acontecimiento de su modernización que dota de computadores a un ambiente en constante remodelación, como el país. La inquietud y la impaciencia por hacer un periodismo que no se conforme con la supuesta búsqueda de la verdad, “lo que busca en realidad es poner en evidencia las mentiras”.

Creo que la autora logra una gran historia de mucho sentimiento, con un lenguaje sencillo y honesto. O como lo reconoció el jurado del Premio de la Crítica a la Novela 2014, convocada por Ficción Breve, al nominarla como finalista: “La ciudad vencida, de Yeniter Poleo, por la capacidad de esta nueva voz, ágil y desenvuelta, para armar eficientemente una historia, sin ceder en exceso a la necesidad realista del relato de los sucesos. Retrata con un mesurado desapego la violencia y el dolor del momento histórico que relata”

Para mí, La ciudad vencida aparte de una crónica que expone las heridas de un país que se empeña en alegrarse como la mejor medicina para olvidar, es también un homenaje a Caracas, al centro de Caracas. Es imposible pasar las líneas de esta novela y no encontrarte haciendo inventario de lo que conoces o no de la ciudad. Puede que ahora te preguntes en qué pared está esa obra de Guayasamín, o por qué no visitaste nunca el Parque Los Caobos, la Galería de Arte Nacional, el Museo de Ciencias, el edificio del antiguo Ateneo, convertido ahora en Universidad de las Artes. Es probable que quieras subir hasta la esquina de Salvador de León y comer árabe en el Beirut, o darte por enterado de que las primeras escaleras mecánicas de la ciudad están en el Pasaje Zingg que antes lucía orgulloso y ostentaba un estilo francés.

Quizás volver sobre esos pasos, tratar de quitarle drama al tema de la identidad venezolana, reconocernos como caminantes de la ciudad, rescatar el don de gente, celebrar las rupturas como oportunidades para nuevos inicios, honrar esa pretenciosa manía que tiene el cielo caraqueño por estar siempre azul y lucirse con atardeceres multicolores. Alegrarse por la dicha de tener un cerro siempre verde que nos premia con playas en su costado oculto. Reconocernos en el ciudadano que abusa y conduce raudamente por el canal más rápido de nuestras autopistas: el hombrillo, como una forma de aceptar que debemos comprometer nuestra ciudadanía con la ciudad, con esa Caracas que añoramos, que amamos y odiamos, porque así somos los seres humanos.

Preguntarnos si Caracas es nuestra Ciudad Vencida puede que sea parte de un nuevo inicio y seguramente el mejor homenaje que podemos hacerle a la cumpleañera en este, su 450 aniversario.


Photo Credits: Cover «La Ciudad Vencida» by Yeniter Poleo (Libros del fuego)

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