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Fabián Soberón

Capitalismo

A mis hijos

1

Un hombre negro, con barba, mueve los brazos y habla solo al lado de un tacho de basura en la Washington Avenue. Mira a los paseantes y predica en inglés. No se detiene nunca. Por momentos mira al cielo. Habla con Dios.

2

En el hotel Days Inn son las tres de la madrugada. Todos duermen. El vidrio de la ventana está mojado. La humedad crece. Las luces titilan en los semáforos. En la habitación de al lado una mujer grita, desaforada. Le dice al marido que no quiere su plata. Grita en una habitación a oscuras mientras la ciudad duerme. Cada tanto, en un murmullo, el marido responde unas pocas palabras. Al rato, llega la policía. La mujer no para. Grita, desquiciada, en el ascensor, en el lobby, en la salida del hotel, en la calle. Me paro y camino hacia la ventana. Rozo la humedad del vidrio. Unas luces rojas y azules brillan, locuaces, en el techo del auto de la policía. La mujer aúlla, lejos, muy lejos. Le pide al marido que vuelva.

3

Un hombre cojo sale del drugstore de la gasolinera. Me mira mientras abre la puerta. Parece que se ríe. Me escudriña de una forma inescrutable. Sus ojos esconden algo. Luego se va. Pago los litros de gasolina. Cuando salgo, lo veo sentado en una camioneta brillante, lujosa. Me mira. Se ríe. Camino hasta el auto. Pongo la manguera en el tanque. Mientras el líquido espeso y negro fluye veo al cojo lanzando flashes con una máquina de fotos desde la ventanilla de la camioneta. Es un fotógrafo aficionado.

4

Un hombre está sentado en un McDonald’s de la ruta uno. Habla ensimismado. Apenas mueve los brazos. Los paseantes entran y salen. No lo miran. El hombre sigue ahí, perdido. Gesticula y lanza una perorata, como un ciego. Salgo. Lo miro a través del vidrio. Parece una marioneta manejada por control remoto. Pero es un hombre: un resto humano.

Me voy hacia la vereda. Dos banderas flamean y silban con el viento. Una es de McDonald’s. La otra es de EEUU.

Salimos a la ruta. El motor ruge en el silencio negro de la noche. Solo se ven las rayas blancas en el asfalto. Mi hijo me pregunta ¿qué es el capitalismo?

Respondo: no sé lo que es pero este país es el centro.


Photo Credits: ConstiAB

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Píccola Gago
Píccola Gago
8 years ago

Me gustó mucho. Estas ciudades por las que camina el escritor, están tan bien escritas, que trascienden el libro para llevarnos a esos bares, avenidas, hoteles, gasolineras. Y a ver a la gente como detrás del cristal de una ventana, lejos, donde no cabe el otro.

Drazem Filipovich
Drazem Filipovich
8 years ago

Me acordé cuando también pisé el suelo estadounidense. Es tal cual. Me encanta como las ciudades cobran vida bajo la escritura.

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