Camino con paso acelerado por la pradera, en la frontera con Wyoming. Caminar es escribir también. Recuerdo lo que me comentó Florentino Díaz, con quien gestionamos Inmanencia Interfaz 2020, más temprano, este martes 22 de septiembre de 2020: “Deja que el pensamiento respire. El punto es la respiración del pensamiento”. Cuánta verdad y filosofía encerrada en una frase. Cuánto saber acumulado por siglos. ¿Leemos el libro o el libro nos lee a nosotros? Me acerco a la orilla del río Poudre, una garza juguetona se desliza sobre las aguas con un movimiento acrobático, lleno de elegancia. La veo partir a otros territorios, a otras fronteras donde entrará en contacto con sus semejantes. La escritura sana porque nos crea una estructura mental, de pensamiento, de organización de ideas. Una mente caótica normalmente reproduce una escritura o un habla caótica. No se trata de ejercer una violencia buscando imponer una estructura ajena a nuestra humanidad. Se trata de sensualizar el pensamiento. Erotizar la mente con el cultivo de la escritura. El punto, entonces, no sólo es pausa. Es respirar, la materialización del erotismo, la sombra de un cuerpo desnudo, es el jadeo de la mente: el OM que como gesto revolucionario alza vuelo como una elegante garza y nos ejercita en la respiración del ser que es escritura. Sensualidad de la mente y el alma. Adelante, respira tu pensamiento. Haz la prueba.
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