El último juego de fútbol americano de la temporada con Octavio y Emiliano fue glorioso, nos pasábamos la pelota mientras caminábamos con nuestros barbijos hasta llegar al bendito grass, me saqué las sandalias, disfruto jugando descalzo y sentir el grass un poco mojado por el rocío de la mañana. Corrimos, pateamos la pelota, la recibimos con seguridad ¡Touchdown de New England!
Luego les leí la historia de Faetón y Helios del libro de mitos griegos que compré en México en marzo pasado, pensaba en que en unas horas debería empezar el regreso ¿Regreso adónde? Ciertamente en este libro de mitos que les compré de regalo me identifico con muchas de sus historias ¿Regresar adónde?
¿Por qué en nuestras historias originales, los antepasados, algunos de ellos buscaban relacionarse con el cosmos y la naturaleza en términos de una relación de padres e hijos? La historia de Faetón es, probablemente la de un asteroide que incendió la tierra y dejó una huella tan profunda que era necesario transformar alquímicamente ese acontecimiento traumático en una narrativa mítica.
Nuestra civilización crea otro tipo de mitos, ya no tenemos a Homero o a los shamanes que nos narren el origen de este nuevo mundo que se está construyendo delante de nuestros propios ojos: hombres lobos, vacuna rusa, torres 5G, el mito de la caverna, nuestra transformación en cavernícolas cibernéticos, nuestra propia historia, finalmente.
¿Y los niños? ¿Cómo contarán la historia de estos tiempos nuestros niños?
Termino de empacar, el auto viaja más liviano, y antes de embarcarme en el pequeño vehículo que me llevará de regreso a Greeley, Colorado, para enseñar con barbijo en mi salón de clases, me abrazo fuerte con Octavio y Emiliano. Mirándoles a los ojos les digo: “Les dejo al niño Krishna para que los cuide, sean valientes y fuertes como él, nos volveremos a ver, Krishnita, el azulito, como travieso y viajero no sólo llegó conmigo de visita, sino que quería quedarse con ustedes, así es él, el niño viajero, el niño Dios”.
Empiezo el viaje de regreso, Octavio y Emiliano me despiden moviendo las manos en el aire, un signo de otros tiempos, ¿un signo de nuevos mitos? más de dos mil millas de regreso me esperan hasta Colorado y atravesaré un derecho justo en el Janmashtami, la fiesta del nacimiento de Krishna Vasudeva, ya les contaré en otro momento qué es un derecho ¿Regreso adónde? No lo sé.