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arturo serna
Photo Credits: Oliver Henze ©

Cámara oscura

Maimónides compara el sentido profundo de la palabra de Dios con una perla y a la interpretación literal de esa palabra con una piedra sin valor. Y agrega que se puede parangonar el sentido oculto con la perla perdida en una cámara oscura. Maimónides es un creyente y da por supuesto todo: Dios, la perla y la cámara oscura.

Para nosotros, los escépticos, no hay Dios (solo el deseo de que lo haya) ni perla (solo el deseo de que exista el sentido profundo). Lo único que hay es la cámara oscura. Los hombres deambulamos en el interior de una caverna amplia con la límpida y equivocada impresión de que tratamos con las cosas. Pero Epicteto tiene razón cuando dice que no tratamos con las cosas sino con las creencias que tenemos sobre la cosas. Un desértico témpano de sombras es el escenario espontáneo de nuestra existencia. Por el efecto pernicioso de las elucubraciones del poder (iglesias, Estado y medios masivos) viajamos en medio de fantasmas que tratamos como perlas. No hay sentido profundo del mundo. Aunque nos cueste aceptarlo, la realidad es acaso una hermosa telaraña urdida sobre el sofisticado edificio de los conceptos. Humo negro o sombras blancas es nuestro mundo: apariencias, meras máscaras. Y detrás de eso, nada. Detrás de las ideas –las meras sombras heladas– solo hay deseo y vacilación.


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