NUEVA YORK: La palabra escrita acompaña cada momento de su vida, la palabra que curiosea, escarba, se cuela entre las rendijas de vidas ajenas, la palabra que cuenta, relata, testimonia. Boris Muñoz, periodista y ensayista venezolano radicado en Boston, confiesa estar entre dos ríos: “el del periodismo que me arrastra y el de la literatura que me apasiona espiritualmente”.
Son dos almas que se anidan en un mismo cuerpo, dos amores que lo acompañan desde siempre. Comienzan en los años universitarios, mientras estudia Comunicación Social en la Universidad Central de Venezuela y paralelamente sigue como oyente las clases de Letras. Continúan en Nueva Jersey, en la Rutgers University donde obtiene un Phd en Literatura, teniendo a su lado a dos docentes de excepción, Susana Rotker y Tomás Eloy Martínez, ambos agudos periodistas, ambos ensayistas y escritores.
Fabulador del siglo XXI, Muñoz, sigue los hechos con la acuciosa curiosidad del periodista para luego contarlos como si fueran literatura. Su espacio preferido es el de la crónica que permite narrar hechos reales como si fueran ficción.
“Muchos de los grandes escritores de América Latina han escrito crónica y lo siguen haciendo. En la crónica pueden converger periodismo y literatura. Trato de hacer crónica que no siempre parece crónica y tampoco parece literatura ni periodismo. Es como una mutación de las cosas. Me siento muy cómodo en esa convergencia de las dos aguas, la del río y la del mar que se juntan en un delta tumultuoso”.
A pesar de esa pasión por la crónica, la realidad de su país Venezuela al cual regresa en 2003 “porque me interesaba mucho lo que estaba pasando y no quería que me lo contaran”, lo lleva a dedicarse al periodismo político.
“No era lo que más me gustaba pero en ese momento fue lo que me pareció más justo como periodista y como ciudadano”. Suyas serán las entrevistas de última página en El Mundo y en El Nacional, y suyos muchos artículos que aparecerán en otros medios en una de las etapas más prolíficas de trabajo periodístico. Fue también director de Exceso, una revista con gran tradición en periodismo de investigación.
“Fue un gran reto. Quise llevar esa revista hacia un periodismo más moderno, más objetivo en un momento en el cual en Venezuela la realidad política movía pasiones que se reflejaban en los medios. Yo creo que hay que aprender a escribir dejando de lado las ideas y las banderas políticas. El desafío es lograr representar la realidad con imparcialidad”.
Una beca Nieman lo regresa a Boston. “Fue un año muy intenso. Ganarse la beca Neuman es como tener la posibilidad de un año sabático en el mejor parque de atracciones del saber y del conocimiento que hay en el mundo”.
Y así se va quedando en Boston, poco a poco. Sabe que es lo mejor para su familia, para su hijo que está a punto de entrar en la difícil etapa de la adolescencia pero más que una decisión de vida es casi un dejarse llevar por el tiempo. En Caracas sigue teniendo casa, afectos y una perra cuyo recuerdo tiene el sabor amargo de la nostalgia.
Desde aquí amplía su red de colaboraciones y a las de América Latina va agregando las que escribe para algunas de las revistas más importantes y prestigiosas del país, entre ellas Newsweek, The New Yorker, Foreign Affaire.
– Dijiste que como director de Exceso trataste de implementar un periodismo que lograra alejarse de las pasiones y los ideales políticos de los periodistas. ¿Crees de verdad que puede existir un periodismo objetivo? ¿Y existe en América Latina?
– Creo que hay muchos niveles dentro del periodismo. La prensa profesional, seria, hace un esfuerzo muy grande para presentar los hechos con cierta imparcialidad. Por mi experiencia personal puedo afirmar que hay muchos países latinoamericanos con una gran tradición de rigor y ética periodística.
Hay que destacar también iniciativas muy importantes como la creación de la “Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano”.
El año pasado me tocó ser jurado del Premio García Márquez en la categoría de cobertura y pude comprobar la gran calidad, el rigor y el profesionalismo de los trabajos de investigación -.
Boris hace una pausa, quizás en búsqueda de las palabras adecuadas para expresar su pensamiento. Luego sigue.
– Creo que tenemos un buen periodismo en América Latina pero debemos apuntalarlo, dejarlo crecer. Para que eso sea posible es necesario que exista entre nosotros la capacidad de enfrentar un debate que no sea complaciente. Hay que evitar que el espacio del periodismo se transforme en un gueto donde el placer del oficio no permita ver más allá. El reto es profundizar la preparación académica, ampliar la visión del mundo, leer y conocer más y más. Entiendo que en países y regiones tan marcadas por la urgencia sea difícil cumplir con esas reglas.
– En muchos países latinoamericanos la restricción de la libertad de prensa se vuelve cada día más amenazadora y asfixiante. Una situación que hace todavía más difícil el desarrollo de la profesión periodística.
– Es verdad, hay serias amenazas a la libertad de expresión en muchos países de la región. En algunos casos esas amenazas provienen de la delincuencia organizada que a veces cuenta con el apoyo del poder político y en otros de los gobiernos con vocación autoritaria.
– ¿Cuáles son, en tu opinión, las situaciones más preocupantes?
– Los dos polos son México y Venezuela. En México el crimen organizado asesina y amenaza a los periodistas, sobre todo a los que operan en provincia, y en Venezuela asistimos a un deterioro dramático de la libertad de prensa porque hay una política pública del Estado dirigida al control informativo. El gobierno hace un uso intensivo de la propaganda, censura, cierra medios, compra los que no puede cerrar. Es un camino que comenzó cuando el Presidente Chávez decretó el cierre de Radio Caracas Televisión y luego siguió con la casi total anulación de las radios de oposición, con la adquisición de medios de gran trayectoria como Últimas Noticias, El Universal, Globovisión quizás Televen y que trata de sofocar a los pocos que quedan, entre ellos El Nacional y Tal Cual.
– El director de El Nacional Miguel Henrique Otero está pidiendo que se incluya el tema de la libertad de prensa en la agenda de la próxima Cumbre de las Américas. ¿Crees que podría ser útil?
– Creo que sería importante más que todo para dejar un precedente que documente lo que ha estado padeciendo la prensa en Venezuela durante los últimos 15 años.
Pero pienso que en Venezuela tenemos pendiente un debate que abarca mucho más. Deberíamos hablar de la calidad de los medios o la calidad de los intereses que muchas veces están detrás de esos medios. Si bien la presión hacia el periodismo se haya intensificado mucho con la llegada de Chávez al poder, debemos tener el valor de analizar los hechos que pasaron en los años anteriores y contar la historia completa. En los ’80 los dueños de los grande medios hicieron una fuerte campaña contra los Presidentes Luis Herrera, Lusinchi, Carlos Andrés Pérez llegando al extremo de prohibir la presencia de Luis Herrera Campins. Fue a raíz de esa prohibición que empezó el programa “El Presidente que habla con el pueblo” antesala del Aló Presidente de Chávez.
Lo mismo pasa en otras latitudes, son muchas las democracias donde hay tensiones muy grandes entre el gobierno y los medios o mejor dicho los poderes que están detrás de esos medios. Es lo que ha pasado, por ejemplo, en Argentina entre los Kirchner y el grupo Clarín. Creo que en nuestros países deberíamos abrir una discusión sobre esos temas.
– La verdad es que en estas guerras entre colosos los que salen más perjudicados son los periodistas.
– Es verdad, los periodistas han quedado en un fuego cruzado y son las víctimas mayores de esta situación porque van perdiendo la posibilidad de hacer una buena información.
– ¿Significa eso que no hay muchas salidas para los buenos periodistas en algunos países de América Latina?
– No, todo lo contrario. Yo no soy pesimista porque como respuesta a tanto control van surgiendo medios online que, a pesar de tener un alcance limitado porque se dirigen a nichos muy específicos, son de gran calidad. Hay ejemplos que muestran que los periodistas no se van a quedar tranquilos y muchos reporteros se están transformando en pequeños empresarios. Creo que todo eso nos da motivos de esperanza. Lo importante es que estos nuevos medios encuentren el apoyo de editores dispuestos a entenderlos y a apostar en su desarrollo.
– Hay quien cree que el periodismo tradicional, el que se desenvuelve dentro de los medios, irá desapareciendo a medida que florece el reporterismo espontáneo.
– Yo creo que no hay periodismo sin medios. A lo mejor son medios diferentes en su composición pero de todas formas son indispensables. El buen periodista tiene la capacidad de ver el hecho dentro de un contexto. Es lo que hace la diferencia entre su trabajo y el del periodista ciudadano quien se tropieza con una noticia y la comparte. El buen periodista está formado para entender un hecho más allá del momento y del lugar en el cual acaece y eso es lo que permite a una información tener el impacto que debe tener. Me encanta el periodismo ciudadano pero hay que insertarlo dentro del periodismo profesional. Un gran ejemplo lo dio el equipo de Últimas Noticias quien, a raíz de los asesinatos del 12 de febrero, usó todas las herramientas del periodismo ciudadano y de las redes sociales para armar una historia reveladora que mostró al mundo la participación de los organismos de seguridad del Estado en la violencia. El talento y la seriedad profesional encontraron un útil respaldo en la inmediatez de la información que llegaba de los ciudadanos y el resultado fue tan increíblemente bueno que mereció el Premio García Márquez de cobertura.
– En este momento tanto Dilma Roussef en Brasil, como Cristina Fernández en Argentina y Peña Nieto en México, tienen serios problemas con sus respectivos ciudadano. ¿Qué pasará en tu opinión?
– México, Brasil y Argentina son países muy distintos pero tienen un patrón común: la corrupción que se ha manifestado de manera particularmente fuerte en estos últimos años que han sido de gran bonanza económica. En Brasil las políticas sociales que había empezado a implementar Cardoso y luego desarrollaron Lula y Dilma han disminuido notablemente los índices de pobreza, sin embargo el escándalo de las comisiones de Petrobras destapó una crisis sistémica. El sistema clientelar y la corrupción involucran a las autoridades más altas del gobierno y del poder legislativo.
En México la corrupción tiene otros matices, y es peor que en Brasil, porque no solamente se anida dentro de los dos partidos que se alternan en el poder, PRI y PAN, sino que está fuertemente atada al crimen organizado. Muchos habían esperado en un cambio con Peña Nieto quien llegaba con una áurea de relanzamiento de las grandes ilusiones de la socialdemocracia pero la realidad ha sido muy diferente. Se ha descubierto que hay una elite burocrática que hace lo que quiere con el país. Finalmente en Argentina existe gran desconcierto frente a las corruptelas de un sistema en el cual, cambiemos las piezas que cambiemos, todo queda gatopardianamente igual. Las peleas se desarrollan dentro del peronismo, son ellos los que se enfrentan y se canibalizan. Detrás de estas luchas descubrimos la presencia de grandes concentraciones de poder, una de ellas es la del kirchnerismo. La desilusión que esta situación genera es muy peligrosa porque podría dejar espacio a la demagogia de los que seducen con la promesa de limpiar la casa de la corrupción.
El problema de todos es un déficit de república. La gente ha perdido confianza en la democracia, en las instituciones. Pero quizás este sea un problema global, que trasciende nuestras fronteras.
– ¿Cuál debería ser en tu opinión el rol de los artistas y en particular de los novelistas que viven en países con situaciones tan difíciles? ¿Tienen, en tu opinión, el deber moral de denunciar ciertas verdades en sus libros?
– El proceso de la escritura es complejo y personal. No creo que el novelista tenga el deber moral de reflejar una realidad social, ese más bien es un deber que tenemos todos como ciudadanos, es el compromiso político del vivir en sociedad. Que un novelista o un poeta lo usen como tema literario es su opción. A veces la poesía puede ser la liberación del peso de esa obligación. Una vez me dijo García Márquez que para él la narrativa era la yuxtaposición poética a la realidad y efectivamente en sus libros los temas políticos son llevados a una escala mítica. De todas formas creo que se puede ser un magnífico escritor sin tener que corresponder a una expectativa social o a un compromiso moral con la sociedad.
– Otros dos países están encaminados hacia cambios históricos. Cuba y Colombia. El primero va hacia la distensión con Estados Unidos y el otro hacia un proceso de paz con las FARC. Pero ambas situaciones también esconden grandes peligros. Cuba podría tener una apertura económica pero no democrática y en Colombia, si no se solucionan las diferencias sociales y las asimetrías regionales, podrían volver a aparecer grupos armados. ¿Qué opinas?
– Creo que en ambos países los cambios van a ser positivos a pesar de todo. En Cuba el castrismo va a seguir en el poder todavía por mucho tiempo, no sabemos cuanto, pero de todas formas la sociedad tendrá la posibilidad de salir de un encierro que dura 60 años. El cubano necesita conectarse con el mundo y el mundo necesita que Cuba se integre a una sociedad más amplia y menos aislada. El fin del embargo va a traer mayores grados de libertad y aunque no llegue a los que todos quisiéramos, de todas formas será positivo. La guerra fría terminó hace 25 años y ya es hora de que Cuba salga poco a poco de una dictadura prehistórica que pudo mantenerse en el poder tantos años gracias también a la política de aislamiento de Estados Unidos.
Cuanto a Colombia sin duda existe la amenaza que, a pesar de la firma de un proceso de paz, sigan existiendo focos de insurgencia. Colombia es un país muy desigual y esa realidad es la que está al fondo del problema. El gobierno del Presidente Santos no lo puede olvidar, sabe que necesitará una inversión social muy grande para poder dinamizar sectores productivos de la sociedad que han estado marginados mucho tiempo. Sabe que debe enfrentar el grave problema de los desplazados. Es un gran reto pero es un reto que vale la pena asumir porque lo peor sería mantener un país en esta guerra que no lleva a ninguna parte.
Boris Muñoz actualmente está trabajando en un libro de entrevistas junto con Noam Chomsky. A pesar de su intenso amor por la literatura el río que lo arrastra con mayor fuerza sigue siendo el del periodismo. Pero sabemos que el otro, el que está más ligado a la narrativa, pugna por salir. Por ahora disfrutamos sus artículos y ensayos pero seguimos a la espera de leer las palabras que brotarán de su otra alma.