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Bonil: los humoristas somos como las palomas que sobrevuelan los monumentos

El espacio en el cual vivimos es el vivo testimonio de nuestro sentir más profundo. Cada detalle, mueble, libro, obra de arte, cuenta sin pudor ni mentiras posibles, intimidades que nos delatan.

El estudio de Bonil (Xavier Bonilla) que divisamos durante la larga charla que hacemos por skype, nos transmite el ambiente cálido, acogedor de un adulto que piensa, estudia, trabaja. Sin embargo, muchos son los detalles que delatan al niño travieso, curioso, burlón, que los años, afortunadamente, no han logrado acallar.

Y, como en cuarto de niños necesitados de espacios grandes en los cuales esparcir la emoción de quien va descubriendo el poder de un rastro de color, las paredes están inundadas de dibujos y viñetas, fruto de la creatividad propia y de otros colegas que en algún momento por allí transitaron. “Esto es de Feggo – explica sonriente – y este zapato me lo regaló Rayma” continúa citando a dos de los caricaturistas que compartirán, junto con él, el escenario del auditórium de The Cooper Union este Sábado 15 de octubre durante el evento Risa Amarga: Sátira Política y Libertad de Prensa, que ViceVersa Magazine está organizando con la colaboración del Departamento de Educación Continua y Programas Públicos de la prestigiosa Universidad The Cooper Union.

Hablamos con la fluidez de viejos amigos, tratando ambos de recordar que la finalidad de esa charla es la entrevista, y en el mientras un perro blanco y negro, acurrucado en su regazo, recibe sus caricias ajeno a nuestras palabras y disfrutando el momento con una sensación de beatitud y felicidad absolutas.

Originario de Quito, Bonil es hijo de uno de los más agudos humoristas políticos de Ecuador: Gonzalo Bonilla quien llenó su librería de revistas y libros casi desconocidos en esa época en Ecuador, cuando regresó a su país tras estudiar en Francia. Es así que un Xavier Bonilla, aún niño, empieza a conocer revistas que han marcado la historia de la sátira como Hara-Kiri, que más tarde abriría el camino para Charlie Hebdo, y libros de cuyas páginas emanaba un espíritu transgresor que lo atrapó para siempre.

Al morir prematuramente su padre, esas palabras y viñetas adquirieron una fuerza adicional. La sátira fue el espacio en el cual volcó el empuje transgresor de su juventud y que le permitió retener a su padre junto a él, desafiando la muerte.

A los 17 años tuvo su primera experiencia en una revista. Su humor cuestionaba el poder de la autoridad escolar y el de la familia. Con el tiempo su interés se dirigió hacia los problemas sociales y a los 20 años, ya instalado en un medio de comunicación, sus críticas apuntaron hacia la corrupción de los políticos y las injusticias sociales.

– Con ese afán estudié sociología en la Universidad pero al final de la carrera sentí que, en lugar de escribir análisis sesudos, inteligentes y profundos, prefería concentrar mi crítica en dibujos que hicieran reír.

Con una sonrisa que deja entrever al niño travieso que sabotea constantemente la adustez del adulto, Bonil confiesa:

– La sátira es, entre comillas, una pequeña venganza, una reivindicación. El humorista de alguna manera socializa el castigo y el consecuente triunfo imaginario de la víctima. Eso genera un placer colectivo que se derrama desde el escritorio de tu casa hacia una sociedad que se identifica contigo. La risa hermana, genera complicidad, identidad, grupo, te dice que estás vivo-.

 

Tu habías estudiado sociología, no arte. ¿Cómo pudiste lograr concentrar decenas de palabras en el trazo de un dibujo?

bonilPara serte sincero si miras bien mis viñetas vas a darte cuenta enseguida que nunca estudié dibujo. Aprendí como muchos aprenden a nadar. Tirándome al agua. Antes chapoteaba, luego fui aprendiendo crol con los pinceles o a nadar de espaldas con los lápices. Al comienzo acompañaba un texto chistoso con un garabato, un dibujo, y funcionaba. Más tarde entendí que debía fortalecer el lenguaje gráfico para evitar lo más posible las palabras. Ha sido un gran reto que ahora intento cada vez más seguido porque el mundo de hoy es distinto, la comunicación es global e inmediata.

Al contrario de muchos humoristas quienes en su vida real son más bien introvertidos y serios, la sonrisa nunca se aleja del rostro de Bonil quien para cada pregunta tiene una primera contestación divertida e irreverente. Cuando comentamos:

 

Tornar en risa una realidad difícil, amarga, requiere de mucha seriedad, máxime para alguien como tu quien, desde hace 21 años tiene la “obligación” de hacerlo todos los días para el diario El Universo, el más importante de Ecuador.

Es lo que decimos los humoristas para que nos paguen mejor – La respuesta del Bonil niño es inmediata y llega acompañada de una risa abierta. Y de inmediato el adulto recupera su territorio y sigue – El humor es un asunto serio. En el campo periodístico, en el cual me desarrollo, implica un trabajo de información, reflexión, investigación. Dejo que las noticias decanten durante el día y luego empiezo a bocetear, a buscar el filón. Hay días en los cuales no sé qué dibujar porque se repiten los temas y todo parece muy aburrido y pequeño. Entonces voy dibujando los elementos del tema y la mente empieza a trabajar a otros niveles, la intuición se abre su espacio y el “sin sentido” inicial de esos elementos sueltos dispara un mundo de asociaciones hasta que surge la viñeta. No siempre mi humor se dirige hacia la política, hay otros temas que me gustan mucho y están relacionados con la cotidianidad. Uno de ellos es el de las parejas, dibujar las distancias, los silencios, los abismos, los conflictos que en ocasiones son el caldo de cultivo del humor. Es amplio el mundo y la vida da muchos pretextos para el humor.

 

Tu humor irrita mucho al poder y en tu larga experiencia has sido blanco de ataques, insultos, denuncias. ¿Hasta qué punto influye en tu trabajo un ambiente tan agresivamente hostil? ¿No tienes miedo?

Llevo 11 años casado con mi mujer así que estoy curado de miedo y cualquier bronca con el Presidente me parece poco –. De nuevo la risa rompe la seriedad de la pregunta, quizás con el ánimo de exorcizar la gravedad de la situación que enfrentan todos los comunicadores quienes, en algún momento, desean levantar una voz crítica en Ecuador.

El diario El Universo fue demandado varias veces por el Presidente Correa. Una vez por una cifra de 80 millones de dólares a causa de un artículo de opinión. La motivación fue que el texto había afectado su honra. La sentencia, que confirmaba la “culpabilidad” del diario salió con rapidez insólita. La emanó uno de los jueces que Correa nombró tras decir que “había que meter las manos a la justicia”. Más tarde se demostró que era una persona sin la preparación académica ni los requisitos para cubrir ese cargo. Luego el Presidente, para mostrar su “magnanimidad”, disminuyó la cifra de 80 millones a 40 para finalmente decidir “perdonar” la ofensa.

 

 

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Tu también fuiste denunciado y el caso tuvo una resonancia internacional.

Es verdad. Hay quien dice que debería pagarle a Correa por hacerme famoso. Yo contesto que también Goliat hizo famoso a David, sin embargo si David no hubiese sabido luchar, Goliat lo hubiera aplastado. Yo también hubiera sido aplastado si no tuviera una experiencia de más de 30 años y la verdad es que hubo momentos muy duros para toda mi familia.

 

¿Cuáles han sido las viñetas incriminadas y para las cuales has tenido que enfrentar tantos procesos administrativos?

Todas están relacionadas con las noticias ecuatorianas. La que tuvo más resonancia y que comportó una multa de 93mil dólares para El Universo, fue una viñeta que publiqué tras el allanamiento que el gobierno hizo en la casa del asistente de un parlamentario de oposición, acusado de hackear los mail de la presidencia, incautando las computadoras y todos los aparatos electrónicos. En realidad este asambleísta recibía informaciones gracias a las cuales podía destapar casos de corrupción. Yo dibujé ese allanamiento en una secuencia gráfica y al final dije que los policías se habían llevado las computadoras con la documentación de las denuncias de corrupción. El Presidente puso los gritos al cielo, me llamó mentiroso, canalla, cobarde, sicario de tinta, enfermo de odio. Me conminó a demostrar que allí había denuncias de corrupción, multaron al diario y me obligaron a rectificar. ¿Te imaginas? ¿A quién se le ocurre pedir a un viñetista que rectifique?

 

¿Y lo hiciste?

Claro, y fue magnífico porque la rectificación fue peor que la viñeta incriminada. Dibujé la misma tira pero con los policías que llegaban a la casa usando modales respetuosos. Tocaban el timbre, pedían el permiso de entrar y los dueños del apartamento les ofrecían llevarse las computadoras. Fue muy divertido y el Presidente se puso más furioso todavía pero yo había cumplido la sanción. Había rectificado.

 

Otro momento muy tenso lo viviste a causa de una viñeta que sacaste tras un enfrentamiento de Correa con la Policía.

Sí. Había fricciones entre Correa y la policía por demandas salariales y en una ocasión él, muy a lo macho, se les puso enfrente, se aflojó el nudo de la corbata y empezó a gritar “Mátenme, mátenme”. El resultado fue una revuelta en la cual murieron cinco personas, hubo varios heridos y muchos fueron encarcelados. Lanzaron gases lacrimógenos y Correa terminó en el Hospital. Desde allí despachó, hizo un decreto y sin embargo dijo que había sido secuestrado y que todo había sido a consecuencia de un intento de golpe. Más tarde se descubrió que el Vicepresidente había plagiado su tesis, luego que también lo habían hecho otros altos funcionario, entonces yo dibujé dos teclas de computadora, la control C y la control V. La control C decía: “un plagio el título de Delgado… Plagio en el de Glass… Plagio en el de los hermanos Alvarado. La control V le responde: “ y el presidente que en el 30-S también se inventó otro plagio”.

Correa puso el grito al cielo, me insultó públicamente pero esta vez no pidió una rectificación mía sino una disculpa de parte del periódico. Lo más cómico es que nos llegó la disculpa ya escrita, es decir que tuvimos que hacer otro plagio al decir que ese texto era nuestro.

 

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Es evidente que hablar de libertad de prensa en Ecuador es casi imposible.

El gobierno dice que es tan amplia nuestra libertad de prensa que todos los días publican que no hay libertad de prensa. La verdad es que existe una ley de comunicación sumamente restrictiva y que este gobierno quiere controlar a la sociedad a través de espacios propagandísticos que no admiten críticas. Ha habido más de 2mil violaciones y ataques a la libertad de expresión desde que se juramentó Correa y él mismo, en sus sabatinas, programas que imitan el Aló Presidente de Chávez, ha llegado a exhibir los rostros de los periodistas incómodos llamando a los ciudadanos a actuar contra ellos. Son prácticas terriblemente fascistas. Yo mucha veces he sido el blanco de esos insultos.

 

Porque la sátira asusta mucho a los políticos, sobre todo a quienes tienen tendencias autoritarias.

Sin duda porque es más sencillo responder seriamente, entre comillas, a una noticia desvirtuando los hechos. Mucho más difícil es contradecir la ficción porque la ficción entra en el subconsciente del lector y el mundo de lo subjetivo es tremendamente potente. Los caricaturistas somos como las palomas que sobrevuelan los monumentos que el poder se autoerige y les recordamos que son de un bronce corrosible. ¡Somos un peligro! Ellos, que pretenden ser bienamados y respetados, no aceptan que se les recuerde que son pequeñitos, que se están quedando calvos o que tienen un bigote excesivo. El humorista logra entrar en el subconsciente colectivo y demostrar que esas personas que se creen poderosas e incuestionables, en realidad son unas simples caricaturas. Una herida demasiado profunda para su ego.

 

Tu tampoco fuiste muy dulce con anteriores gobiernos y presidentes.

El humorista es como el urólogo y ningún urólogo, antes de la visita, te pregunta si eres de izquierda, de centro o de derecha, sencillamente hace su trabajo. El trabajo del humorista es el de destapar abusos, contradicciones, a través del dibujo y de la sátira. Los Presidentes anteriores se quejaban de mis dibujos, uno de ellos a quien dibujaba siempre con una nariz larguísima con la cual quería denunciar sus mentiras, llegó a pedir al director del periódico que dejara de hacerlo. Nada que ver con la situación actual y con las restricciones a la libertad de prensa y de expresión del gobierno de un Presidente como Correa que quiere ejercer un control absoluto sobre los medios.

 

Como bien dice el humorista egipcio Bassem Youssef, quien también conoce el camino amargo de la persecución y del exilio, “Un chiste es más poderoso que una espada”.

A pesar de la gravedad de la situación en la cual está trabajando y que nos dibuja con tanta cruda sencillez, Bonil no pierde la capacidad de risa. Ríe de sí mismo y de su contexto. Esas páginas, llenas de humor, que llegaron un día a su vida de la mano del padre, le dejaron entrever un mundo de libertad en el cual se ha instalado y del cual ningún presidente autoritario, por más que lo desee, lo puede arrancar.

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