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arturo serna
Photo Credits: Encuentro de Feministas Diversas ©

Björk

La islandesa llegó puntual. Acostumbrada a los ajetreos climáticos de la isla, no se dejó demorar por ningún atasco. Ramón entró después y se acomodó en la silla rápidamente. Estrenó una sonrisa frente a Björk antes de besarla.

Estábamos en una pizzería de Av. Santa Fe. No sé cómo salió el tema de las diferencias entre las sociedades. Björk se rio y citó el caso de una pequeña comunidad de Islandia. Contó que allí los pescadores se reúnen cada año y festejan el encuentro como si se tratara de una antigua cantiga comunista, llenos de entusiasmo por la unión. No son eslavos ni partidarios del comunismo de Lenin pero se sienten cómodos ante el solaz solidario. Ramón se rascó la cabeza y miró hacia la calle a través del ventanal de la pizzería. El ruido estaba menguando. Dijo que en Almagro o en el conurbano nadie siente que lo común sea lo mejor. En todo caso, están amortiguados por lo que dicta la televisión o internet. Cada uno funciona como una hormiga descarriada, como alguien que persigue su propio fin aunque venga de un mismo lodazal.

Cada vez que veía a Ramón me sorprendía con el uso de un vocabulario inusual. Elegía las palabras como si estuviera por escribir un texto para un diario. Se demoraba en las palabras y paladeaba el sonido antes de pronunciarlas.

Hubo un silencio breve mientras se miraban a los ojos con una fuerza que combinaba el amor y el recelo, al mismo tiempo. Los observé un instante con la sospecha de que se iban a pelear.

Ramón dijo que todos venimos del mismo barro y ella solo lo escuchó. Björk agregó que eso era cierto pero que no todos tenemos las mismas ideas sobre el barro.

Traté de interceder. Ella no me dejó. Con presteza, dominó el dialogo.

No para descalificar a Ramón sino con una clara misión tolerante, Björk dijo que ser anticomunista es un anacronismo, que todos sabemos que el comunismo es un fracaso y una pesadilla y que la forma de resistencia más importante hoy en día es contra el neoliberalismo. Dijo que es necesario ser antineoliberal: el neoliberalismo nos hundió en el 2008 y nos seguiría hundiendo.

Mientras ella hablaba, Ramón movió la cabeza y asintió. Cuando Björk se calló, Ramón la abrazó y le besó la frente.

Ahí me di cuenta de que los dos estaban del mismo lado. La única diferencia era que Ramón no tenía la experiencia de una crisis tan fuerte como la que había vivido Björk. Ella había pasado los años 2000 en esa isla azul y fría, en medio de los robos de los bancos y del vuelo de las finanzas como si se tratara de un superhéroe de hielo y fuego.

Ramón cruzó las piernas y pidió una cerveza. Ella apoyó su cabeza en el hombro de Ramón. Y la reunión fluyó en dirección a otros temas: el dólar y las formas de nombrar la nieve.

Casi al final de la noche, Björk recordó la conversación inicial. Y sentenció: el neoliberalismo es el origen de todo mal.

En un momento, sentí frío. Quizás por los temas que habíamos hablado o porque sentí la soledad como un puñal de agua al verlos tan bien en esa pizzería bulliciosa y amable. Me levanté, los saludé dentro del local y me fui a caminar por la avenida. Desde la vereda, por la ventana, vi que estaban abrazados. El abrazo era una forma de protegerse ante la debacle que estábamos viviendo en Argentina.


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