Biarritz, ese enclave mágico de luz y mar que se levanta cada mañana golpeado por la rebeldía del cantábrico. Un refugio para intelectuales, un destino para surfistas apasionados y una reliquia de aquél tiempo dorado que aún hoy perdura protagonizado por angostas calles repletas de flores, por una arquitectura que seduce en cada rincón, por su delicioso puerto pesquero y por el romanticismo de su mítico faro, que preside sereno el litoral marítimo.
Hoy Biarritz es el centro informativo del planeta. El G7 dibuja líneas rojas y azules para dividir sus lujosos barrios, borrando del recuerdo uno de los mayores eventos artísticos que hace apenas unos meses acogió esta ciudad, cuna durante décadas de la belle vie francesa. Y es que Biarritz fue la sede de la exposición internacional de arte contemporáneo ArtShopping, un encuentro entre artistas y marchantes, bohemios y soñadores, coleccionistas y galerías, gentes curiosas y románticos soñadores que se dejaron deleitar por todo un mundo de creatividad que día tras día cobraba vida en el fabuloso y legendario casino de la ciudad.
El evento, que durante tres jornadas acogió a 70 artistas de todo el mundo y contó con más de 11000 visitantes, estuvo protagonizado por mujeres. Desde la directora del evento, Myriam Annonay-Castanet, el equipo de organizadoras y relaciones públicas, hasta las mujeres artistas y galeristas que se encargaron de dibujar líneas de libertad trazadas en mil colores, pensadas para unir al mundo través de la belleza y del infinito poder del arte.
Biarritz es la ciudad que también acoge un futuro que apuesta por la igualdad y la creatividad como motores del mundo. Una ciudad que mira a través de la energía del mar y del dinamismo de sus gentes venidas de todo el planeta.