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fabian soberon
Photo by: Evgenii ©

Beethoven en Bonn

En Bonn nació Beethoven. Después de una hora de viaje (Bonn esta después de Colonia, el laberinto del Duomo), llego a la estación principal de Bonn. Estoy desorientado. No tengo mapa ni ninguna indicación para llegar a mi destino. Pregunto a dos chicos en inglés y no saben nada. Escucho que un señor habla castellano con su hijo de cuatro años. El señor lleva en sus manos un helado que se derrite. Me indica el camino. Bonn tiene varias peatonales que se cruzan y que se bifurcan. Es un centro pequeño y hermoso, lleno de edificios antiguos. En la plaza Mark está la gran casona del gobierno. El frente tiene sectores dorados, parecen de oro, y un escudo distintivo. 

Después de caminar seiscientos metros, encuentro en el piso de una de las peatonales, fotos de personajes ilustres de Bonn. El último es Beethoven. 

Llego a la casa. Es un museo que resguarda cuadros en su honor, instrumentos antiguos, objetos personales como lupas y cartas. En la última, la letra inclinada expresa su mal estado de salud, la enfermedad. Hay una máscara mortuoria y dos pianos puestos en la posición original que tenían en Viena.

Beethoven deja Bonn cuando es joven y no vuelve más. Antes de partir, sus amigos le regalan un cuaderno con deseos y comentarios personales. Una de esas notas, escrita por un amigo, dice: «con su esfuerzo ininterrumpido, usted recibirá: el espíritu de Mozart en las manos de Haydn». Este texto concentra el futuro de la vida de Beethoven en Viena. Haydn fue su maestro y él se convierte en el nuevo joven prodigio, el único que estuvo a la altura musical de Mozart.


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