Hay días de belleza tan desaforada, bienestar tan pleno y paz tan expansiva que no podés verbalizar tu agradecimiento a la Vida. Pero podés dejar que tu cuerpo relajado y tu corazón vigoroso agradezcan por vos en silencio, mientras contemplás el cielo, las montañas, los árboles, el jardín o el mar: lo que esté en tu presencia.
Para mí, hoy ha sido uno de esos días frente al Pacífico, en Playa Blanca de Tárcoles. Me ha regalado arena marfil, mar jade, cielo zafiro, bosque esmeralda y arreboles ágata, citrino, amatista y rubí. Hoy atardecer es agradecer con todo mi cuerpo, alma y corazón.