Supongo que, al bajarme del tren, una vez de regreso en la ciudad de U, todo lo que tiene que ver con G queda reducido a una serie de complementos materiales: las fotografías, los apuntes en el cuaderno y la laptop, boletos de tranvía usados, algunos folletos y memorabilia de la conferencia y la ciudad. Hay una virtualidad, también: la del recuerdo asistido que se vale de la existencia arbitraria o voluntaria de estos formatos. Por ejemplo, me compré una postal que reproduce una pintura de Ragnar Sandberg, uno de los artistas que registró en sus lienzos la cotidianidad de la ciudad de G a mediados del siglo pasado, y que se me antoja ideal para explicar lo que digo.
En la postal me observo a mí mismo fotografiando la llegada del tranvía de la línea dos. Los pasajeros hacen fila para abordar el vehículo y el escenario captura el paisaje natural de G: edificios elevándose a los costados, el cielo moteado por nubes cargadas de lluvia, las estibadoras transportando el último cargamento internacional que entra temprano en el puerto.
Al ver la pintura de Sandberg no puedo evitar construir asociaciones, todas ficcionales, hasta cierto punto, que codifican mi experiencia durante esa breve estancia en la ciudad de G. Una estancia fugaz, no está de más decirlo, que reconstruye la estadía a través del orden impreciso de algunas piezas disponibles. El visitante, al arribar a una ciudad nueva, jerarquiza los detalles para configurar un cuadro siempre preliminar.
Photo Credits: Gianfrancesco Selgas
Tengo por costumbre apuntar en un cuaderno frases que, digamos, se me ocurren cuando estoy visitando algún lugar nuevo. Son trazados más bien borrosos en el sentido que no son el resultado concreto de anotar lo que veo, tampoco responden a la dinámica otrora de la llamada “escritura automática”, son, por el contrario, un ejercicio que allana las llamadas “horas muertas” cuando estoy sentado en un vehículo que me pone en tránsito de un punto a otro.
A lo que voy con esto es que al repasar los apuntes me doy cuenta que cumplen la función mnemónica que también me procura la postal con la reproducción de la pintura de Sandberg. Esto en el modo de que, cuando vuelvo a leer lo que escribí entonces en el cuaderno, me parece estar inmiscuyéndome en las anotaciones de otra persona, y de apropiarme en silencio de lo que fue su recuerdo.
Photo Credits: Gianfrancesco Selgas
Photo Credits: Gianfranco Selgas