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Manuel Adrian Lopez
viceversa magazine

Apagarse hasta nuevo aviso

¿Se podrá apagar uno del mismo modo que se apaga un televisor? O sea, quedarse a oscuras hasta nuevo aviso. No hablo de morir, no todavía. Hablo de un receso temporal. Cerrar el Facebook, obviar a Twitter  y esos mensajes que llegan a tu correo. No volver a contestar el teléfono al menos que sea tu madre.

Apagar es la palabra del día.

Detesto la bachata, sin embargo la prefiero por encima de las porras oportunistas de los activistas cibernéticos.  Sus causas tan bien escogidas.  Sus fotos tan bien enmarcadas. La boina del asesino que no pasa de moda.  Los gritos por sus muertos, pero nunca se proclaman sobre los muertos de otros. Mostrar tu posición de izquierda o derecha bien definida, para luego recoger la cosecha. El malecón habanero que seduce a quien se atreva a pisar la isla. Los halagos para un maduro que debió ser cirquero, nunca presidente. Pero existen tantos que debieron serlo. Por ejemplo, la gran mayoría de los presidentes americanos, empezando por el que tenemos. Y qué decir de los que gobiernan en la isla. Hasta las hijas le han salido cirqueras.

Hay otros ruidos.  Los ruidos literarios. Poetas pidiendo disculpas por todo lo que su España ha hecho en Latinoamérica. ¿Acaso serán naive, o mero oportunismo al recoger su premio en suelo indígena? Si es que no han dejado de joder a medio mundo. Eternos colonizadores. Y se ponen sus trajes del Corte Inglés y sus mujeres a su lado con bolsos de Pura López, tan estoicos, sintiéndose superior a todos nosotros que no nacimos en el viejo continente.

El desfile del hombre nuevo cubano; eso sí es para coger palco. La estridente autora que cita y cita a escritores alemanes mientras maniobra con ese modo tan caribeño suyo, para ver que le puede tumbar a cualquiera. Se vende bien.  Sabe que música te puede gustar, que video enviarte para empalagarte y caigas. Es una pobre indefensa.  Sin embargo le pagan la renta cada mes desde el Norte y en la isla la pasean en carroza en época de carnavales.

Otros, con menos recursos se convierten en mulas.  Trafican viajes para la isla. Venden sus libras, no libros y aterrizan cada quince días en sus pueblos polvorientos. Se hacen pasar por poetas exitosos. Llegan con suficiente colonia Boucheron encima para ahogar a la isla entera. Pagan las cuentas en los paladares mostrando sus dólares, su éxito en la Yuma para deslumbrar al chiquito que se le ha pegado desde su primera visita.  Si supieran la realidad de sus vidas en la otra orilla.

¿Se podrá engavetar uno hasta nuevo aviso? Evitar no embarrarse de ese veneno apestoso que azota por doquier.

Yo me quedaría feliz en mi cueva imperfecta. Trataría de salir lo menos posible para no tener que ver a los machos caribeños tocándose sus portañuelas cuando te ven pasar. Iría del cuarto a la cocina, de la cocina a la sala, de la sala al baño. Viviría con lo mínimo, pero libre de las muecas del judío de Brooklyn cuando uno no logra adivinar sus irracionales pensamientos. Cada vez que los vecinos pongan a Romeo a todo lo que da, yo les metería a la Simone hasta el cansancio. Restringiría la entrada a mi escondite, todavía más de lo que ya está. Inundaría la casa con hojas de salvia. Quemaría a diario no solo el ruido, también cualquier rostro queriendo colarse. Releería a Monsieur Teste una y otra vez hasta aprendérmelo de memoria.

Evitaría la felicidad a toda cuesta. Después de la felicidad viene la catástrofe. Es preferible seguir viviendo cojo, ciego y sin idea de lo que pueda ser compartir el café en la mañana con alguien que quiera compartirlo, con alguien que quiera tomar café. Esos breves momentos de felicidad te hacen demasiado daño.  Te desmoronan la protección caduca que te has ido fabricando. El después es de pinga. Lo que viene es monstruoso y no es justo ni para ti, ni para la gata que asume todo como si fuera de ella.

La idea es seleccionar el ruido. Evitar la estupidez, las imágenes faranduleras, las poetisas picúas y los críticos de literatura cubana que casi todos son o bodegueros o carniceros, pero ninguno se dedica a la crítica realmente. Son aprendiz de todo y nada. Hombres frustrados, que posiblemente le seduzca la idea de tener tus labios puestos estratégicamente sobre sus miembros flacuchentos y falta de goce.

Estas creando tu universo. Un universo donde no hay espacio para concesiones, donde no puede haber compromiso con nada o nadie. Ladrillo a ladrillo construyes tu nueva realidad. No es tarea fácil. Pero vas entendiendo que toma tiempo. Puede tomar una vida entera. Por ahora eliminar el ruido que más daño hace, ese que embarra tu interior con su hongo verdoso y te ataca el respirar, ese es el que debes eliminar de una buena vez o intentar apagarte, hasta nuevo aviso.


Photo Credits: lauragrafie.

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