Desde hace unos días la turbulenta esfera política del Perú tiene un nuevo y aguerrido jugador en las calles. Antauro Humala, el controvertido ex militar, ha sido liberado de prisión después de 17 años. Como era de esperarse, algunos consideran que su excarcelación responde a una decisión del agonizante gobierno en curso. Que es parte de una estrategia de lo que queda del entorno “castillista”. Aseguran que se necesita sumar un marinero ducho, para que el barco no se les siga hundiendo. ¿O será más bien para suplir las carencias de los roedores que han empezado a saltar? Otros más prudentes, establecen que su liberación encaja con las fechas de la norma. Su trabajo y sus estudios, le han valido una reducción de pena de poco más de un año. Un ciclo de tiempo que, de haberse cumplido, igualmente coincidiría con el régimen actual. ¿Realmente es parte de una estrategia del presidente que no tiene partido? Sea lo primero o lo segundo, lo cierto es que el otro miembro de los Humala ya puede vociferar y accionar con libre albedrío. Con voluntad que se ve favorecida por las voluntades político sociales peruanas.
Hoy Antauro camina sin reparos en un terreno fértil. Propicio para elevar las probabilidades de consumación de su meta. Por decisión propia, la derecha en el Perú tiene más divisiones que la pared con mayólicas de un baño -mención aparte son las facciones derechistas que huelen como tal-. Por el lado izquierdo, Mao, Max y Lenin deben tener más vergüenza que años de muerte al ver a sus operadores sudamericanos. La izquierda criolla es un intento de postre perversamente mal preparado. En vez de azúcar le echaron sal; en vez de mantequilla, aceite para automóvil. Muchos de los rojos y los rosados son de moral intragable. Y, lamentablemente, justos pagan por pecadores. En adición, sus operantes ante el estado son detestados. Poder ejecutivo y poder legislativo se disputan el liderazgo en desaprobación. El pueblo, su pueblo, los quiere fuera. La gente ansía un rostro de anticorrupción, de manos duras. ¿Es Antauro esa posibilidad? Fue él quien se levantó contra el ex presidente Fujimori, su asesor Montesinos y el ex presidente Toledo. Nos guste o no, el tiempo le dio la razón. Todos ellos pagan culpa tras las rejas.
Finalmente, el agitador de las revueltas de Locumba y Andahuaylas encuentra en las veredas una buena cantidad de vírgenes votantes. El 30% de jóvenes electores en el Perú, no había nacido o rozaba los 12 años de edad mientras él ingresaba al penal. ¿Aprovechará Antauro el desconocimiento vivencial para generar una leyenda Etnocacerista? Recordemos, muchos de los que marcharon contra Merino y votaron por Castillo, conocieron la década de los 90 por historias. Aunque, diría yo, por publicidad originada en la prensa y las mentes caviares que maquinan desde sus comodidades. No olvidemos el #fujimorinuncamas. La nueva masa juvenil electoral nutre su materia gris por las redes. Puede ser hectárea productiva para el sembrío y la cosecha de una banda presidencial. Indudablemente, qué más se puede pedir sin haberlo pedido. Partidos políticos fragmentados, un gobierno acorralado, gran hartazgo social y novatos en las urnas. Cuatro elementos de cinco para consolidar una misión de candidatura. ¿Cuál será el quinto? Pues el momento. El momento en que Antauro decida articularlos. Atentos, esto recién comienza.