Somos una revista independiente que sobrevive gracias a tu apoyo. ¿Quieres ser parte de este proyecto? ¡Bríndanos un café al mes!

Anotaciones sobre la extranjería

La noche se ha vuelto tan concurrida y yo, siendo alguien que no es de acá, veo todo con un matiz de viento que pasa. Se te acercan, ellos, desde lo desconocido y preguntan «¿Vienes de allá?» «Sí» respondo, como si estuviese incompleto, como si aún hubiese una parte de mí por llegar.

Alguien sostiene mi mano y dice «Cinco dedos, iguales a los míos». Río un poco y veo los espacios que se forman mientras separa su mano de mi mano. «Quizá hay que escribir incompleto» escribo. Dejar el Ser hasta el , quitarle letras al tan usado Venir y jugar con el principio y el final, escribir Venir hasta Ven o saltar —las letras— y solo Ir. La extranjería es esperar y ser esperado; es completar el rompecabezas al quitarle piezas.

Se(r) extranjero en Francia es que una manchega te hable del Quijote, que un senegalés te cuente sobre los leones; es que quizá, con suerte, una griega te dedique un libro y antes de irse diga que Ulises tardó veinte años en regresar a Ítaca. Confirmar definitivamente que los libros no se escriben sino que se viven y para que una mujer sea poeta debe haber nacido argentina.

Al no ser de un lugar, los nativos intentan mostrar su mundo; te invitan a los lugares turísticos de su vida: la heladería a la que iban con sus padres, el salón en su facultad o el mar donde se sumergieron por primera vez, y —claro— tomas un helado, ves una clase y entras completamente al mar. Te muestran la vida que ellos hacían mientras tú hacías tu vida. Te muestran los océanos cotidianos que ellos también cruzaron para encontrarse contigo en este muelle. Claro, sí, te ponen etiquetas que no necesariamente pesan: eres el primer extranjero, eres el primer latino, eres el primer venezolano, eres el primero, eres. Son estas mismas etiquetas las que se vuelven parte de los vendajes temporales en la misma herida permanente; sin embargo, y no sé si fue por las guerras, en Francia están más habituados a las heridas. Es como si todo doliera más sintiéndose menos.

En la vida afuera uno no cambia, son ellos los que cambian. Tú eres tú, y de vez en cuando, al igual que antes, se te vuelve a acercar, de aquí o allá, lo desconocido, cinco dedos al igual que los míos. Te piden cartas, que les cuentes, los besos, ¿me recuerdas? Cambia la dirección y velocidad del espiral. Es el mismo mareo, es el mismo tú y no ellos. Anota. Nunca ha habido un viajero sin bitácora.

Hey you,
¿nos brindas un café?